Intimidad

Según la RAE, intimidad se define como:

  1. Amistad íntima
  2. Zona espiritual íntima y reservada de una persona o grupo, especialmente de una familia.

En resumen, la intimidad es aquella zona que nosotras mismas definimos. Nosotras somos la que establecemos qué reducido y limitado grupo de personas aceden a ella. Sus límites no son precisos y dependen de diversas circunstancias.

Los actos íntimos son aquellos personales, nuestros, que nosotras decidimos compartir o guardar.

Tenemos un problema con definir, con explicar este concepto. Es como otra palabra tabú, parece ser, a veces.

También es cierto que, cuando esa intimidad la compartimos con alguien, la otra persona, en ocasiones, no sabe dónde poner los límites. Piensa que se puede compartir con todo el mundo, o con casi todo, aquello que queda en la intimidad de la pareja sin preguntar a la otra parte interesada.

¿Hay empatía? ¿Sabemos realmente relacionarnos? ¿Sabemos aceptar un «no» o cuando una relación, de cualquier tipo, se acaba? ¿Somos capaces de respetar a la otra persona?

En la serie «Intimidad», que se puede ver en la plataforma Netflix, se va más allá de la inocente intimidad compartida.

Creo que trata de forma muy profesional y nada morbosa unas situaciones bastantes graves que se convierten en delitos.

Las protagonistas son mujeres con su propio carácter, con su propia historia. Son ellas la que la cuentan, sin necesidad de tener a hombres a su alrededor que tomen las riendas. Son mujeres con su propio criterio, sus propias opiniones, con sus propios sueños y metas. Mujeres valientes y rompedoras.

En 8 capítulos podemos identificar algunos acontecimientos que saltaron a los medios de comunicación tiempo atrás.

La trama gira en torno al hecho de compartir imágenes íntimas para hacer daño, para chantajear, por morbo, por gilipollas… Hechos que hace unos años no eran constitutivos de delito y que, ahora, tras la reforma legislativa son perseguibles porque existe un delito específico para ello.

No sólo las palabras hacen daño, también las imágenes. Y si no eres capaz de gestionarlo, el nudo que se crea en tu interior, será capaz de ahogarte hasta asfixiarte.

«Intimidad», si tienes algo en tu cerebro y en tu corazón, no deja impasible a nadie. Te hace pensar en cómo nos relacionamos, en qué uso hacemos de los vídeos, de las imágenes. Pero también en cómo vivimos las relaciones de pareja, las relaciones de poder, las jerarquías…

¿Cómo vives tú la intimidad?

Reformar…mentes

Hoy escribo en mi espacio propio donde yo pongo las normas.

Hoy escribo entre la frustración, la tristeza, la rabia y las ganas, en cierto modo, de mandar todo a la mierda. O, al menos, de pensar que hay determinadas cosas que son una mierda.

Mi mejor amiga dice que tenemos, en este país y, sobre todo, en Castilla y León, una mentalidad muy rancia.

Nos cuestan los cambios porque, después de tantos años, es costoso y nos da mucha pereza aprender cosas nuevas o adaptarnos a situaciones, normas que nos pueden ayudar a mejorar a medio o largo plazo. Pero se acogen al refrán «más vale lo malo conocido que lo bueno por conocer».

Resulta que la reforma laboral es perjudicial. Pero, ¿para quién? Obviamente no para las personas trabajadoras, sino para las empresas, fundaciones, entidades, etc. que se tienen que buscar las vueltas (que tampoco hay tanto dónde elegir) para adaptar los contratos laborales a la nueva legislación.

Llevas 5 meses en una empresa y no te pueden hacer otro contrato porque ¡oh, sorpresa! se tienen que acoger a la contratación indefinida. ¡Cómo si eso fuese una garantía de un trabajo de por vida! Pues no. Te pueden despedir cuando quieran. Lo que pasa es que sí que tendrán que tener cuidado en hacer unas buenas alegaciones para que el despido no sea improcedente, por ejemplo.

Hoy estoy rabiosa y me puede la frustración y la tristeza (más la segunda de las dos) porque había encontrado un lugar donde me gustaba trabajar y era «de lo mío» (como me suelen decir habitualmente la gente de mi entorno). Había encontrado un equipo maravilloso dispuesto a echar un cable, a alentarte cuando te da el bajón, a hacer bromas de todo y por todo para quitar hierro al asunto… Había encontrado un trabajo relacionado con lo que llevo investigando y estudiando bastantes años. Y resulta que la reforma laboral de Yolanda Díaz me impide continuar, aunque sea por unas horas (y quién sabe si podría enlazar con otro proyecto) trabajando con este equipo humano y en mi ciudad. ¿Quizás en otra delegación sí? Seguro que no, por el mismo motivo.

En este país pesa más el poder vapulear a la clase trabajadora y obtener beneficios para una misma (la empresa/empresario) antes que reconocer que los beneficios, en la mayoría de los casos, y que las cosas salgan bien y den buenos resultados es gracias a los/as curritos/as que se desloman, que buscan las vueltas para que todo quede y vaya lo mejor posible. Y, en muchas ocasiones, como dice mi madre: ni agradecida ni pagá. Así nos luce el pelo.

Aunque no lo creas

Las relaciones interpersonales son complicadas. De verdad que lo son. Aunque a veces pienso que somos nosotras quienes las complicamos.

En la niñez, somos inocentes y verdaderamente personas auténticas, sin filtro. Esa ausencia de un filtro y una moderación nos hace seres auténticos.

Según vamos creciendo, complicamos las cosas de una manera desproporcionada. Parece que nos ponemos una coraza en la que tienen que resbalar los sentimientos y las opiniones del resto de personas. Lo único importante somos nosotras.

Las relaciones con la familia, con las amistades, en el centro educativo, en el entorno laboral después…se suelen convertir, en ocasiones, un auténtico campo de minas. Cuidado con lo que dices, con lo que haces, cómo lo dices, cómo lo haces… si no quieres que te señalen y te hagan el vacío. Si te apartas de lo «normal», si eres demasiado ruidosa mal, si pasas desapercibida nadie te tendrá en cuenta, si sobresales te apartan…

De las relaciones en el trabajo voy a hablar.

Pensamos que el acoso únicamente se da en el centro educativo por iguales y pasamos de largo cuando se produce en la edad adulta o, al menos, casi ni lo tenemos en cuenta. La carga mental para quien sufre acoso en el entorno laboral es muy pesada.

El acoso laboral, o mobbing, consiste en realizar acciones ofensivas o humillantes contra una persona trabajadora de forma continuada en el lugar de trabajo. Esta acción es considerada un delito en nuestro país y, por eso, se encuentra regulado en el art. 173.1 del Código Penal:

1. El que infligiera a otra persona un trato degradante, menoscabando gravemente su integridad moral, será castigado con la pena de prisión de seis meses a dos años.

Con la misma pena serán castigados los que, en el ámbito de cualquier relación laboral o funcionarial y prevaliéndose de su relación de superioridad, realicen contra otro de forma reiterada actos hostiles o humillantes que, sin llegar a constituir trato degradante, supongan grave acoso contra la víctima.(…)

La Organización Internacional del Trabajo define el acoso laboral estableciendo que es la acción verbal o psicológica de índole sistemática, repetida o persistente por la que, en el lugar de trabajo en conexión con el trabajo, una persona o un grupo de personas hiere a una víctima, la humilla, ofende o amedrenta. 

Las principales características del acoso laboral son las siguientes:

  1. Sistemático y prolongado en el tiempo. Se suele considerar acoso laboral cuando se ejerce la violencia una vez por semana, mínimo, durante más de 6 meses.
  2. Existencia, al menos, de dos actores: la persona acosadora o grupo y la víctima o víctimas.
  3. Conductas acosadoras: destruir la reputación y relaciones sociales de la víctima e impedir el desarrollo de sus tareas para que finalmente abandone el lugar de trabajo.
  4. Está relacionado con la posición que ocupa la víctima en la organización. De esta forma, puede ser vertical u horizontal, si el acosador está en otra posición jerárquica o es un par de la víctima.
  5. Proceso. Atraviesa varias fases desde que se desata el conflicto hasta que la víctima es marginada o excluida de la empresa.
  6. Con efectos psicológicos, físicos y sociales. En la actualidad es considerado un problema de salud pública.

Podemos enumerar una seria de conductas que son las más típicas a la hora de realizar el acoso laboral:

  • Cambiar las condiciones de trabajo, manipular datos o información, no proporcionar útiles o herramientas, cambiar las tareas.
  • Ridiculizar o hacer correr rumores sobre la víctima.
  • Mobbing: no dirigirle la palabra al compañero o subordinado en el trabajo, confinar, destinarlo a oficinas o sectores alejados de los demás integrantes del equipo, ejercer violencia psicológica, “hacer el vacío”. Hay a su vez distintos tipos de mobbing:
    • Disciplinario: cuando se aplica la política del miedo al despido o la sanción.
    • De gestión o dirección: para conseguir una mayor productividad.
    • Estratégico: para conseguir una renuncia o la aceptación de una menor indemnización por despido.
  • Bossing. Hay un único acosador que es la autoridad jerárquica del sector, ya sea un gerente, jefe de equipo, encargado de obra.
  • Acoso moral. Es una forma de acoso muy sutil, que actúa sobre el estado de ánimo de la víctima.

Quienes ejercen el acoso, de forma deliberada o no, consideran que no están haciendo nada malo. Pero no son consciente del perjuicio que están ocasionando a quien sufre esas acciones. Juegan, sin saberlo, con lo difícil que es demostrar el daño psicológico y emocional causado. Además, también se valen de la poca implicación del resto de compañeras y compañeros a la hora de denunciar situaciones de acoso y apoyar a quien está siendo víctima del acoso.

Son acciones que no pueden quedar impunes. Pero, en primer lugar, la víctima tiene que hacer un ejercicio previo para recabar las pruebas y fortalecerse psicológicamente para el proceso que se iniciará.

Para terminar, comparto un corto que me parece muy bueno para poner un ejemplo del tipo de acoso que se suele producir. En este caso se realiza en la entrevista de trabajo: https://www.youtube.com/watch?v=2FESGj3pYWA

Migra…¿qué?

A algunas personas les salen sarpullidos cuando se trata de hablar sobre personas que vienen de otros países a residir en España.

Migración. Inmigrantes. Migrantes. Exiliados. Refugiados. Migración.

Cuidado, hay clases y clases. Tipos y tipos de personas que se desplazan por el mundo. Hay la clase A (vienen a dejar dinero a nuestro país), clase B (estudiantes), clase C (vienen a robarnos, a quitarnos a nuestras mujeres, a quedarse con nuestro trabajo) y la clase D (quienes saltan la valla y/o vienen en pateras). Así, a grandes rasgos.

Por otro lado, nos resulta gracioso, entrañable, pensar en Paco Martínez Soria en una de sus películas en blanco y negro, cuando llegaba a la gran ciudad, Madrid, proveniente del pueblo en «La ciudad no es para mí».

Eso es una película. Una ficción. ¿O tal vez no?

Se nos olvida que nuestros abuelos (y algunas abuelas) marcharon hace años de nuestro país escapando de la guerra o huyendo de una guerra que, en cierto modo, no iba con ellos. Querían trabajar para obtener dinero que enviar a sus familias que quedaron en España y que pasaban mucha hambre.

¿Se distancia mucho de lo que pretenden las personas migrantes que llegan a nuestro país? Yo creo que no. Lo que sucede es que es nuestro país el que recibe población. Se nos olvida que hay mucha juventud que marcha a otros países porque aquí no encuentran trabajo «de lo suyo» y en países de Europa se los rifan, se puede decir que literalmente, porque tienen unos estudios y una formación que escasea en esos países. Pero nuestra juventud está en el extranjero. Es algo positivo.

Sobre Migración y Migrantes son los tres libros que os recomiendo.

Uno ya lo conocía. Lo vi en la Librería Mujeres (Madrid) al poco de salir publicado. Sus ilustraciones no necesitan palabras. «Migrantes» es un libro que, si tienes un poco de sensibilidad y mente abierta, te remueve por dentro sin necesidad de frases que expliquen lo que estás viendo. También considero que es un libro para personas adultas y que, si lo ven menores, tiene que ser acompañadas/os de un persona «mayor» para entablar un diálogo.

Lo bueno de crear lazos con la bibliotecaria, es que te recomienda libros aunque tú no lo pidas. Te conoce, literariamente hablando, y sabe qué necesitas en cada momento.

Esto sucedió con los otros dos libros que acompañan a «Migrantes».

«Caja de cartón» habla de esa migración que determinadas personas no quieren. Trata la historia de una madre y de su hija, del trayecto que realizan en un barco/patera que se hunde, de cómo llegan a las costas, del apoyo y la red que crean con otras/os migrantes y de cómo la ignorancia hace que se repudie a lo diferente.

«Un largo viaje» nos hace un símil con las migraciones de las aves. Mientras ellas huyen del frío hacia el Sur del Planeta, un grupo de personas huyen del calor del Sur y buscan el «frío» del Norte. Pero el viaje es totalmente distinto.

Estos libros son para leer en compañía, para dialogar, para cuestionar, para reflexionar. Para entender primero la parte adulta y que después pueda responder a las preguntas que las/os peques les puedan hacer.

Migración. Es eso que lleva sucediendo desde hace millones de años. No lo olvidemos.

Acoso

ACOSO
Dícese de aquella persona que hostiga, persigue o molesta a otra.

Podemos hacer la siguiente distinción:
  1. Acoso sexual.
  2. Acoso laboral.
  3. Acoso callejero.
  4. Acoso sexual por razón de sexo.
  5. Acoso sexual académico.
  6. Acoso sexual laboral.
  7. Acoso escolar.


En todos ellos prima la posición de superioridad de quien acosa sobre la persona acosada. Es decir, quien acosa se vale de su poder para amenazar, amedrentar, hostigar, perseguir, molestar a la otra persona; a quien considera inferior.


Nuestro Código Penal, desde el año 2015, recoge el delito de stalking, o acoso, dentro de los delitos contra la libertad. En concreto, el art. 172 ter establece que será penado quien acose a una persona llevando a cabo, de forma insistente y reiterada, y sin estar legítimamente autorizado, alguna de las conductas que describo a continuación, y que alteran gravemente el desarrollo de la vida cotidiana de quien es acosada:
  • Vigilancia, persecución o búsqueda de cercanía física.
  • Establecimiento, o intento de hacerlo, de contacto con ella a través de cualquier medio de comunicación, o por medio de terceras personas.
  • Haciendo uso indebido de los datos personales, adquisición de productos o mercancías, o contratación de servicios o consigue que terceras personas se pongan en contacto con ella.
  • Atentado contra su libertad o patrimonio, o contra la libertad o patrimonio de una persona próxima a ella.
Hay muchas personas que se valen de su rango académico, laboral o personal para intentar amedrentar, coartar a otra persona que consideran que debe hacer lo que la persona acosadora diga o quiera. También se valen de las amenazas o coacciones para evitar, en algunos casos, que determinadas actividades, que no son del todo legales, correctas o éticamente válidas, salgan a la luz o sean denunciadas.

Son numerosos los casos de acoso, de cualquier tipo, que no salen a la luz por distintos motivos: vergüenza, miedo, culpa, pánico a que las amenazas se conviertan en realidad… Y de esto se valen las personas «poderosas». No sólo es lo que digan (lenguaje verbal), sino lo que no dicen (lenguaje gestual), el ambiente en el cual se produce el acoso, las amenazas, las coacciones. También quien acosa es conocedor, quizás, de la inocencia, de la ignorancia de las vías que posee para denunciar (no tiene por qué ser en una comisaría o cuartelillo),  de la juventud que la hice inexperta… Y de todo eso se vale para crear ese ambiente de terror que le lleva a obtener lo que quiere y a que reine el silencio.

En diferentes ámbitos se produce: jefes que se consideran los reyes e intocables y que consiguen que las personas trabajadoras hagan lo que no tienen estipulado en el contrato por temor a perder su trabajo; profesorado que amedrenta al alumnado; personas que se creen con tanto poder como para amenazar a jóvenes con quitarles aquello que más ilusión le hace si no dejan de hacer ruido para dar a conocer las injusticias y los atropellos que se están cometiendo en una entidad que se vanagloria de siglos de excelencia y que lo que hace es barrer la mierda y esconderla debajo de la alfombra.

ACOSO

Rojo y morado

No soy yo de hablar mucho de política. Pero lo cierto es que en los últimos, más o menos, 3 años he hablado de este tema por todos los años anteriores que no lo he hecho. Tengo que reconocer que entender, lo que se dice entender, no entiendo; pero sé cuáles son mis ideas, mis principios, mis valores…
Una profesora me dijo que cuando la gente dice que es «apolítica» está cometiendo un error, pues al vivir en una sociedad, todo el mundo está inmerso en la política.

Bueno, pues lo dicho. No entiendo mucho de política, pero asumiendo mis limitaciones y mis pocas (o ningunas) ganas de entrar en política, hablo sobre lo que me gusta y disgusta que hace, dice o expresa nuestra clase política. 


Hace unos días la estabilidad política se tambaleaba porque a «alguien» se le ocurrió interponer una moción de censura (art. 113 Constitución Española) ante los acontecimientos judiciales acaecidos que salpicaban, como un maremoto, al partido político que estaba en el Gobierno.

Cuando esta moción de censura salió adelante, toda España (o casi toda, no nos vengamos arriba) estaba expectante por saber quién formaría parte del nuevo Gobierno. Había esperanza en que fuese renovador y diese un poco de esperanza a la sociedad que se removía: pensionistas reclamando un aumento digno de sus pensiones, mujeres reclamando su lugar en la sociedad y gritando contra todas «las manadas» que hay en sociedad, estudiantes reclamando una educación pública mejor, etc.

Miles de quinielas se hacían en los medios de comunicación. Al final tenemos 11 ministras y 6 ministros, liderados por, según la prensa internacional, Mr. «Handsome».

Todos los medios se hicieron eco de este hecho histórico: la primera vez en la democracia española que había más mujeres que hombres en el Gobierno. La paridad había pasado de largo y el director de esta orquesta había apostado por ellas, dicen, haciendo caso a las consignas y peticiones del #8M. Hablan de Gobierno feminista. Pero como dice Irantzu Varela, en realidad es un Gobierno donde muchas de sus componentes son feministas; es un Gobierno donde priman las mujeres, esperemos que elegidas por sus altas capacidades y su desarrollo profesional, más que por su «planta» o su guardarropa o estilo. 

El machismo sigue imperando cuando se habla de las «mujeres» de nuestro señor Presidente, dejando de lado el estilismo o el estilo de los hombres que componen el Gobierno.

No estamos en una sociedad igualitaria, aunque nos lo quieran vender así algunos «señoros».

Pero hay esperanza. Espero que en estos casi dos años de Gobierno que les esperan, les dejen y puedan hacer cosas para alcanzarla. Para ello se llevan a la profesora de Sociología de la Universidad de Salamanca: Soledad Murillo. Ella estará al frente de la Secretaria de Estado de Igualdad. Nadie mejor para conseguir todo aquello que había quedado paralizado, no sabemos aún el motivo. Estoy segura que ha aceptado el reto y que trabajará como sólo ella sabe hacerlo: con tesón, responsabilidad, compromiso y constancia. Su generosidad y conocimientos en la materia la llevarán a luchar por acercarnos un poquito más a esa igualdad entre hombres y mujeres tan ansiada. Porque, como ha dicho en una entrevista, consiste en sumar a lo que se ha hecho, no restar ni anular lo conseguido. Madrid gana mucho con su presencia. Salamanca se queda un poco huérfana.