Privilegios

Privilegio: exención de una obligación o ventaja exclusiva o especial que goza alguien por concesión de un superior o por determinada circunstancia propia.

Machismo: actitud de prepotencia de los varones respecto de las mujeres.

Patriarcado: organización social primitiva (y no tanto) en que la autoridad es ejercida por un varón jefe de cada familia, extendiéndose este poder a los parientes aún lejanos de un mismo linaje.

Si unimos estos tres conceptos, ¿qué nos da? El mundo del fútbol y todos los satélites que le rodean.

Esperábamos con ansia la asamblea extraordinaria de la RFEF en la que, ya se anunciaba el día anterior, se iba a comunicar la dimisión del actual presidente y, quizás, del seleccionador del equipo femenino.

Bueno, pues, rodeado de sus palmeros, jaleadores, bufones, papanatas, cagalindes, zurcefrenillos, etc. el actual presidente de este organismo que representa a este país en el mundo del fútbol, se ha reído en nuestra cara y ha dicho que de dimisión nada de nada.

Ha culpado al «falso feminismo» del revuelo causado tras la celebración, siempre consentida, que se realizó tras la victoria de las CHICAS de la selección de fútbol. Porque quienes hicieron todo el trabajo fueron ELLAS. Las campeonAs son ELLAS.

En el discurso que se ha realizado ante quienes han asistido a la asamblea, estando sus dos hijas presentes, ha hecho alarde del título de machismo que ostenta, relatando, punto por punto, todo contra lo que lucha el feminismo (que no es lo contrario a machismo, cuidado). Él se convierte en víctima y ella es tildada de mentirosa porque, en una conversación que debió de suceder en su cabeza (por lo que se ve en las imágenes), presta su consentimiento para darse un «pico» como muestra de la emoción y euforia que le embargaba a él tras tratar de calmar esa excitación tocándose sus partes pudendas en el palco ante la presencia de la reina y la infanta. Todo un acto de diplomacia y saber estar de un representante de un órgano oficial que representa a este país llamado España (léase el sarcasmo, por favor).

Pero ese «falso feminismo» al que él ataca se ha unido más que nunca y se muestra fuerte y unido. Declara abiertamente (yo misma lo hago) su apoyo incondicional no sólo a Jenni Hermoso, que ha sufrido en sus carnes, de forma pública, un acto de abuso de poder, sino a todas las jugadoras de la selección femenina de fútbol actual y quienes no volvieron a ella por decir las cosas claras.

Jenni Hermoso ha dado un paso adelante respaldada por su equipo de representación y su sindicato. Pero también está respaldada por el resto de sus compañeras y, entiendo, que amigas y por algunos de los hombres que han dicho alto y claro que no aguantan más comportamientos de trogloditas como éstos. Han sido pocos los que en las redes sociales se han posicionado claramente del lado de Jenni Hermoso, pero tienen un gran valor ejemplarizante para la juventud y el resto de la sociedad.

Este señor del Cromañón no sale más reforzado de esta asamblea, sino que sale más cuestionado no sólo en España, sino también en el extranjero. Quizás podemos decir que aunque grite hasta la saciedad que no dimite, está siendo perseguido de cerca para inhabilitarle y sancionarle por todo lo que se ha podido ver el pasado domingo 20 de agosto.

Además, el discurso que da en la asamblea es después de compartir un vídeo en el que trata de disculparse, sin éxito, por cierto, pero que también demuestra el nivel de machismo que existe dentro de él.

Como diría Octavio Salazar: Rubiales es el hombre que no deberíamos ser.

«Querido» (léase de nuevo el sarcasmo), no te equivoques. No has ganado absolutamente nada, las feministas, esas a las que tú englobas dentro del «falso feminismo que es una lacra» de este país, están en bloque, a muerte con Jenni Hermoso, con las jugadoras de la selección y con todas las mujeres que, en algún momento, nos hemos encontrado con algún Rubiales en nuestra vida. Esto que estamos demostrando se llama sororidad, apoyo incondicional. No nos van a volver a callar, no nos van a silenciar hombres como tú que nos amenazan con denuncias vacías por decir lo que realmente ha sucedido.

Ya lo explicaba en mi artículo de esta semana en Noticias Salamanca donde hablaba de las machiruladas (enlace a continuación). https://noticiassalamanca.com/firmas/machiruladas/

Estamos más que hartas de encontrarnos a hombres como tú y que nos manden callar, nos llamen histéricas o locas. No lo somos, lo sabemos. Hombres como tú nos vais a encontrar de frente, vamos a luchar por erradicar esas actitudes machistas que emborronan el avance de esta sociedad hacia la igualdad real y efectiva.

Como dijo el presidente del Gobierno en funciones: esto demuestra que aún nos queda mucho por hacer.

Tengo claro que esto no va a quedar así. Tengo fe en que se van a tomar las medidas oportunas para que no vuelva a suceder y que, en mi opinión, son que tanto tú como el resto de tus palmeros salgáis con el rabito entre las piernas para hacer una limpieza profunda en un área que huele demasiado a machismo.

Como siempre os hemos demostrado que valemos, que podemos y somos capaces de conseguir muchas cosas a pesar de hombres como tú.

Sabes donde tienes la puerta. Y como no te quieres ir, ya nos ocuparemos de echarte.

Pobreza

Soy pobre.
No es esa pobreza que me lleva al riesgo de exclusión social, pero soy pobre.
Tengo que reconocer que ahora el sueldo que tengo, para mi ciudad, no está mal, por fin, después de bastantes contratos durante bastantes años, tengo jornada completa… A pesar de todo esto, mi salud mental se está resintiendo bastante.

Soy pobre, soy mujer, sola y madre. Menudo combo compañeras y compañeros.

Gracias a las becas, mi hija ha tenido la oportunidad de estudiar un módulo de formación profesional y una carrera. Si no hubiese sido así, yo, posiblemente, no hubiera podido pagarle unos estudios.

Gracias a la reforma laboral, tengo un contrato indefinido, aunque sea fijo discontinuo. Pero se acabó la trampa del contrato por obra y servicio interminable.
Gracias a esta reforma laboral, una «entidad» me decía que no me podía volver a contratar porque esta reforma bla bla bla. Excusas por miedo, por desconocimiento, porque le resultaba más cómodo, y un largo etcétera.

Gracias a estos cambios producidos en estos casi cuatro años, el salario mínimo interprofesional ha subido y estamos más cerca de cobrar un salario más digno. Ya no nos pueden pagar la miseria que pagaban antes, sino que el salario base es más elevado que hace 4 años; y esto no ha hecho que la economía decrezca, ni que haya más paro ni toda la serie de catástrofes que nos decían que sucedería.

Antes, he estado tiempo mal sobreviviendo con mierdas de contratos de unas horas por obra y servicio, por obra y servicio cobrando bastante menos de lo que me correspondería por el trabajo desarrollado.
Y también gracias a mi madre y mi padre que siempre me han ayudado, por supuesto.

Gracias a la labor realizada durante estos casi 4 años, ella y él han podido ver que su pensión ha subido algo, pensando en echar siempre una mano a sus vástagos.


Soy pobre porque vivo, afortunadamente, en un piso y escucho todas las noches como el vecino tira de la cadena antes de meterse en la cama o como su hijo juega en el ordenador con no sé cuantos amigos al otro lado de la línea, da igual la hora que sea; o escucho al vecino de al lado diciéndole a uno de sus hijos que se meta en la cama y apague la tablet; o participo en las risas y conversaciones de la vecina que tengo salón con salón y le digo «salud» tras su estornudo.

A pesar de que mi sueldo ha mejorado, sigo siendo pobre porque miro las ofertas en el supermercado y prefiero comprar marca blanca antes que gastarme el doble porque es de la marca «Perico el de los palotes».
Soy pobre porque sigo teniendo el mismo coche que hace 17 años (y que aguante, por favor).
Soy pobre porque hago números para tratar de salir un fin de semana largo con las amistades y que nos salga lo más barato posible. ¡Vivan las casas rurales compartidas!

Soy pobre porque cuando quiero hacer algún curso que me interesa profesional o académicamente, le doy cientos de vueltas y busco diferentes opciones para ver cuál es la más barata. Porque, claro, si pago ese curso, me lo tendré que quitar de algún sitio o tendré que pensar que el móvil que necesita mi hija tendrá que ser de una gama inferior o…

Seguiré siendo pobre toda la vida porque no confío mi futuro financiero a que me toque la lotería o el euro-millón.

Soy pobre porque casi mi único capricho son los libros y me sienta mucho mejor pasar tiempo con mi familia y amistades, antes que un viaje a Laponia que no puedo pagar o que lo tendría que pagar pidiendo un crédito que estaría pagando eternamente.
Tengo cabeza y dos dedos de frente o tres.

Soy pobre porque me pienso mucho el comprar determinadas cosas que necesito por trabajo o porque la evolución de la sociedad me obliga. He tardado años, literal, en comprarme una batidora.

Soy pobre, pero quiero que las cosas vayan mejorando poco a poco, aunque yo no las vea, pero que sí las puedan disfrutar mi hija y mis sobrinas.

Soy pobre, pero los avances sociales harán que mejore mi vida, pero también la vida del vecino de arriba que me trae por la calle de la amargura, y la de mi hija, la de mis sobrinas, la de mi hermana, la de mi hermano, la de mis amistades, incluso la de mi padre y mi madre.

Eres pobre y si no te das cuenta de las mentiras que te quieren hacer colar determinadas personas con eso de las bajadas de impuestos, etc. Háztelo mirar, en serio, desde el cariño.

Cuando no hay argumentos

Empiezo siendo clara. No puedo hacerlo de otra manera.

Aquellas personas que insultan de forma «gratuita» es porque no tienen verdaderos argumentos con los que atacar a la otra persona y a sus actos.

Esto lo digo porque ayer se escucharon insultos machistas, casposos, misóginos, «de señoro» de boca de una «señora» contra la Ministra de Igualdad, Irene Montero.

En lugar de tener un discurso basado en puntos que comenten en qué piensa que falla lo que hace el Ministerio de Igualdad (campañas, legislación, actividades, etc.) o qué cosas no comparte, la señora del partido verde campo (que flaco favor le hace al campo), se dedicó a cuestionar cuáles eran los logros personales de Irene Montero haciendo alusión a su pareja o ex pareja, vamos, al padre de sus retoños. Este comentario es de ser una persona muy rastrera, machista en grado sumo y no tener nada que decir cuando está en la palestra donde se reúnen quienes tienen el deber de representar a la ciudadanía. Y a mí, por supuesto, esta «señora» no me representa, al contrario, nos separa un abismo más grande que el camino que abrió Moisés en el Mar Rojo.

Aunque parezca un argumento muy manido lo que voy a escribir, ello no quita para que sea cierto. Ese comentario que hizo en la tribuna no lo haría si fuese un hombre contra quien va dirigido.

A los hombres no se les pregunta si tienen las rodillas peladas, si han chupado muchos miembros para llegar dónde están, si su único logro ha sido acostarse con fulanita o menganita, si está en ese puesto por enchufe… Tampoco tienen que soportar el acoso mediático, político y la violencia que las mujeres tenemos que soportar y más, en la actualidad, cuando te dedicas a la política y te «sales un poco del tiesto».

Señoras, señores, creo que algo se está haciendo bien si incomoda tanto. Y lo que olvida esa «señora» que aprovechó su tiempo en la tribuna para insultar, es que si ella está ahí es por mujeres de otras épocas, de otros siglos, de otras culturas, de otros países que, como Irene Montero y otras tantas, salieron a la calle para exigir lo que nos corresponde a las mujeres: el derecho al voto, el derecho a la educación, el derecho a representar a la ciudadanía, el derecho a hablar sobre un púlpito, el derecho a trabajar (aunque algunas, como esta mujer, no sepa ni qué es eso) fuera del hogar,… En definitiva, a ocupar el espacio en la sociedad que nos corresponde al lado del sexo masculino.

No voy a negar que no estoy de acuerdo en todo lo que ha hecho o hace el Ministerio de Igualdad e Irene Montero en particular. Pero yo digo lo que no me gusta, lo que cambiaría, lo que haría de otra manera, no me meto con la persona, sino con la labor política.

Dejando claro este punto, cierro filas en torno a Irene Montero, como han hecho otras compañeras, porque lo que sufrió ayer en el Congreso de los Diputados no se puede tolerar en el lugar que representa a toda la ciudadanía española. Lo que sucedió no me representa. Como decía mi tío: se ha perdido el espíritu auténtico. Ahora no saben debatir, lo único que hacen es soltar insultos personales aunque luego los veas tomándose una caña juntos. Creo que en este caso, tío, las cañas se las tomarían cada una por su lado.

Después de lo sucedido, había comentarios que decían que Irene Montero estaba a punto de echarse a llorar. Pues mira, más la hubiese aplaudido yo. Porque sus lágrimas, seguro, serían de rabia, de ira y de contener las palabras que en realidad le querría haber dicho a esa «señora» que sólo supo argumentar insultando y faltando al respeto. Porque quien no tiene argumentos piensa que gritando tendrá más razón y se mete a nivel personal con la otra persona. Y, como dicen también por redes, esto demuestra lo necesario que es un Ministerio de Igualdad. También nos muestra que aún no hemos alcanzado el nivel de igualdad que pensamos, ya que hemos dejado entrar en determinados organismos, a «seres» que son de épocas muy pasadas y con ideas muy retrógradas; dejando que las mujeres que les acompañen sean sólo meras panderetas (con todo el respeto y admiración a las panderetas) que tocan al son que marcan las cuerdas que las atan al macho alfa de la «manada», pues no tienen criterio propio, no saben pensar con claridad y se olvidan de los hechos que han marcado la historia, recordando, de forma distorsionada, sólo aquello que les favorece.

Yo estoy con Irene Montero.

Inaceptable

Según la RAE, inaceptable significa «no aceptable». Cuando algo no se acepta, es que no se puede dar por bueno.

Bien. Pues después de que el diario deportivo Marca lanzara una edición esta semana en blanco y negro porque estaban en contra del racismo; esta mañana nos levantamos con una portada a todo color con un titular que dice: «el chantaje es inaceptable».

Lo que es inaceptable es el comunicado que publicó ayer la Real Federación Española de Fútbol. Ni la voy a reproducir, ni voy a poner las dos portadas de este diario deportivo a las que he hecho mención.

Es inaceptable que un grupo de mujeres, que no son ni 1 ni 2, sino ¡¡¡15!!! señoras y SEÑOROS, se planten y envíen un mail idéntico al máximo órgano de un deporte como es el fútbol, tan arraigado en esta nuestra cultura española.

Que el contenido del mail sea el mismo, en mi opinión, significa que se han unido las 15 jugadoras, lo han hablado, lo han reflexionado, se han asesorado suficientemente, lo han masticado, lo han gestionad y, de forma CONJUNTA, UNIDAS, han decidido ir todas A UNA y plantar cara, de forma firme y tajante, a un organismo MACHISTA que ha demostrado que no les interesa nada de nada lo que sucede en la selección FEMENINA de fútbol.

Este ejemplo lo he usado esta mañana en facebook y se lo he leído a compañeras, pero es que es un ejemplo muy gráfico y que, si tienes un poco de inteligencia, sólo un poquito, te das cuenta de la jugada que han realizado desde la Federación Misógina y Machista de Fútbol.

Vamos a imaginarnos a una delegación de una gran empresa. Este centro de trabajo tiene un grupo de 30 personas trabajadoras. Existe un jefe cuyas funciones son coordinar, organizar e incentivar al equipo, sacar el máximo rendimiento de su equipo. Desde hace algún tiempo, de forma individual o por pequeños grupos, las personas trabajadoras se quejan de la actitud del jefe, de las maneras de actuar, etc. Ante la pasividad de la gran empresa, un grupo de 15 trabajadoras decide reunirse y buscar soluciones. Al final, la única solución que encuentran es denunciar públicamente los comportamientos inaceptables del jefe y declararse en «huelga»: se niegan a acudir al centro de trabajo si ese jefe sigue en él.

Creo que este caso llegaría a la Inspección de Trabajo y Seguridad Social y se llevaría a cabo una investigación donde se tomaría declaración a todas las partes implicadas y, al finalizar dicha investigación, se llegaría a una resolución.

En esta situación, intuyo que la inmensa mayoría de la población estaría del lado del grupo de trabajadoras y señalaría a ese jefe déspota. Quizás sin escuchar, apenas, a las partes en conflicto.

Bien. Traslademos esto que he explicado de forma simple y sin muchas florituras al terreno de juego.

Esto es lo que ha pasado con la selección española de fútbol femenino. 15 jugadoras han plantado cara y se han posicionado de forma clara. Han decidido dejar de jugar, algo que deduzco que es su pasión y por lo que han luchado durante bastante tiempo, si sigue el entrenador.

La respuesta del máximo órgano del fútbol es deleznable, pero casi diría que es lo que se podía esperar siendo un órgano machista, hasta misógino quizás.

¿Qué no habrá pasado ahí dentro? Es muy dura y muy difícil la decisión que han tomado estas 15 jugadoras.

¿Qué podemos esperar de un órgano, y sus componentes, a los que les puede más el dinero que la lucha por la igualdad y deciden aceptar jugar en un país donde se trata tan tan mal a las mujeres? ¿Qué se puede esperar de un deporte y de un órgano donde se vive tanto racismo y homofobia (¿cuántos jugadores han «salido del armario»?)?

Lo que es inaceptable no es la posición que han adoptado las jugadoras, sino la aptitud tanto de la Federación como de la prensa deportiva y tertulianos.

Vamos a ser personas empáticas, pero, sobre todo, críticas de una vez por todas.

La ilustración que yo he llamado «Guerrera» es de la ilustradora salmantina María Simavilla.

Intimidad

Según la RAE, intimidad se define como:

  1. Amistad íntima
  2. Zona espiritual íntima y reservada de una persona o grupo, especialmente de una familia.

En resumen, la intimidad es aquella zona que nosotras mismas definimos. Nosotras somos la que establecemos qué reducido y limitado grupo de personas aceden a ella. Sus límites no son precisos y dependen de diversas circunstancias.

Los actos íntimos son aquellos personales, nuestros, que nosotras decidimos compartir o guardar.

Tenemos un problema con definir, con explicar este concepto. Es como otra palabra tabú, parece ser, a veces.

También es cierto que, cuando esa intimidad la compartimos con alguien, la otra persona, en ocasiones, no sabe dónde poner los límites. Piensa que se puede compartir con todo el mundo, o con casi todo, aquello que queda en la intimidad de la pareja sin preguntar a la otra parte interesada.

¿Hay empatía? ¿Sabemos realmente relacionarnos? ¿Sabemos aceptar un «no» o cuando una relación, de cualquier tipo, se acaba? ¿Somos capaces de respetar a la otra persona?

En la serie «Intimidad», que se puede ver en la plataforma Netflix, se va más allá de la inocente intimidad compartida.

Creo que trata de forma muy profesional y nada morbosa unas situaciones bastantes graves que se convierten en delitos.

Las protagonistas son mujeres con su propio carácter, con su propia historia. Son ellas la que la cuentan, sin necesidad de tener a hombres a su alrededor que tomen las riendas. Son mujeres con su propio criterio, sus propias opiniones, con sus propios sueños y metas. Mujeres valientes y rompedoras.

En 8 capítulos podemos identificar algunos acontecimientos que saltaron a los medios de comunicación tiempo atrás.

La trama gira en torno al hecho de compartir imágenes íntimas para hacer daño, para chantajear, por morbo, por gilipollas… Hechos que hace unos años no eran constitutivos de delito y que, ahora, tras la reforma legislativa son perseguibles porque existe un delito específico para ello.

No sólo las palabras hacen daño, también las imágenes. Y si no eres capaz de gestionarlo, el nudo que se crea en tu interior, será capaz de ahogarte hasta asfixiarte.

«Intimidad», si tienes algo en tu cerebro y en tu corazón, no deja impasible a nadie. Te hace pensar en cómo nos relacionamos, en qué uso hacemos de los vídeos, de las imágenes. Pero también en cómo vivimos las relaciones de pareja, las relaciones de poder, las jerarquías…

¿Cómo vives tú la intimidad?

Reformar…mentes

Hoy escribo en mi espacio propio donde yo pongo las normas.

Hoy escribo entre la frustración, la tristeza, la rabia y las ganas, en cierto modo, de mandar todo a la mierda. O, al menos, de pensar que hay determinadas cosas que son una mierda.

Mi mejor amiga dice que tenemos, en este país y, sobre todo, en Castilla y León, una mentalidad muy rancia.

Nos cuestan los cambios porque, después de tantos años, es costoso y nos da mucha pereza aprender cosas nuevas o adaptarnos a situaciones, normas que nos pueden ayudar a mejorar a medio o largo plazo. Pero se acogen al refrán «más vale lo malo conocido que lo bueno por conocer».

Resulta que la reforma laboral es perjudicial. Pero, ¿para quién? Obviamente no para las personas trabajadoras, sino para las empresas, fundaciones, entidades, etc. que se tienen que buscar las vueltas (que tampoco hay tanto dónde elegir) para adaptar los contratos laborales a la nueva legislación.

Llevas 5 meses en una empresa y no te pueden hacer otro contrato porque ¡oh, sorpresa! se tienen que acoger a la contratación indefinida. ¡Cómo si eso fuese una garantía de un trabajo de por vida! Pues no. Te pueden despedir cuando quieran. Lo que pasa es que sí que tendrán que tener cuidado en hacer unas buenas alegaciones para que el despido no sea improcedente, por ejemplo.

Hoy estoy rabiosa y me puede la frustración y la tristeza (más la segunda de las dos) porque había encontrado un lugar donde me gustaba trabajar y era «de lo mío» (como me suelen decir habitualmente la gente de mi entorno). Había encontrado un equipo maravilloso dispuesto a echar un cable, a alentarte cuando te da el bajón, a hacer bromas de todo y por todo para quitar hierro al asunto… Había encontrado un trabajo relacionado con lo que llevo investigando y estudiando bastantes años. Y resulta que la reforma laboral de Yolanda Díaz me impide continuar, aunque sea por unas horas (y quién sabe si podría enlazar con otro proyecto) trabajando con este equipo humano y en mi ciudad. ¿Quizás en otra delegación sí? Seguro que no, por el mismo motivo.

En este país pesa más el poder vapulear a la clase trabajadora y obtener beneficios para una misma (la empresa/empresario) antes que reconocer que los beneficios, en la mayoría de los casos, y que las cosas salgan bien y den buenos resultados es gracias a los/as curritos/as que se desloman, que buscan las vueltas para que todo quede y vaya lo mejor posible. Y, en muchas ocasiones, como dice mi madre: ni agradecida ni pagá. Así nos luce el pelo.