Por fin, la semana pasada, me senté, tranquilamente, a ver la película «Maixabel» dirigida por Icíar Bollaín.
Para quienes no sepan la trama de la película, diré que habla de Maixabel, viuda de un político vasco asesinado por la banda terrorista ETA. Hace un resumen de varios años tras el asesinato de su marido. Se expone cómo se enfrenta esta mujer a la vida tras el asesinato.
Maixabel demuestra que el odio no sana heridas, que el odio nos va destruyendo por dentro.
La protagonista sigue trabajando en aquello que cree, manteniendo sus ideas a pesar de tener que vivir acompañada, durante años, de escolta porque estaba en el punto de mira de la banda terrorista.
Maixabel nos muestra que nuestra mente necesita respuestas para cerrar esas heridas que nos provocaron, ya sean grandes o pequeñas. Ella necesita tener delante a los asesinos de su marido para responder a los por qués y hallar la calma.
Esta mujer tiene unos ovarios enormes y nos ha demostrado mucho a lo largo de estos años.
Recuerdo la concentración que hubo cuando el secuestro, y posterior asesinato, de Miguel Ángel Blanco. Fue algo tan sonado, que toda la población salió a la calle mostrando su repulsa hacia ETA. Me viene a la memoria la Plaza Mayor de Salamanca abarrotada, con las manos blancas, y gritando contra ETA. Me estremeció tanto, tanto…
Recuerdo la angustia cuando en el Telediario hablaban de un nuevo atentado en Madrid. Siempre me venía a la mente la misma persona y el corazón se me encogía hasta casi desaparecer.
Esta película de Icíar Bollaín nos ayuda a conocer la historia para no olvidarla y que no cometamos los mismos errores.
Es necesario dejar sanar y cicatrizar las heridas, perdonar, pero nunca olvidar para evolucionar y no fallar en lo mismo.