Soledad

Soledad.

Hay veces que la soledad es impuesta. Otras veces, la soledad es escogida. En algunas ocasiones, la soledad se presenta cuando te encuentras rodeada de muchas personas. Es como si estuvieras en una burbuja de aislamiento. Como si lo que sucediera a tu alrededor no fuera contigo, no tuviera nada que ver contigo, como si… te sientes sola.

En aquellas ocasiones en las cuales la soledad es escogida por una misma, dicha soledad te ayuda a encontrarte, a tranquilizarte, a situarte, a pensar y reflexionar,… a descansar. Seleccionas las cosas que hacer con cautela, bien escogidas para sentirte bien contigo misma. 

Mis momentos de soledad escogida, sobre todo después de la maldita tesis, son los desayunos los fines de semana. Infusión, tostadas y un libro. A veces es sólo media hora, en otras ocasiones son más de 1 hora (depende de lo enganchada que esté al libro o la necesidad de ese momento que tenga). Respiro paz, tranquilidad,… Silencio. Desconecto de todo, disfruto de mi momento… Sin más. Sólo el libro y yo, la infusión y yo… Mi cocina, sin más. No es un lugar muy glamouroso, quizás no sea acogedor, pero es el lugar elegido por mí, donde mejor me siento.


La soledad impuesta, en cierto sentido, la vivo ahora mismo; según escribo. 


La casa se encuentra vacía. Aunque resulte extraño, en silencio. Los domingos por la noche es el peor momento para esta soledad que no he buscado, pero que creo que es necesaria. Se han acabado las risas mientras vemos una serie o película, las protestas por no recoger la loza de la cena o por estar pegada al móvil, los momentos de locura feliz, las confesiones nocturnas o las conversaciones cuando puede más el sueño que las ganas de escuchar… Ahora quien está pegada al móvil soy yo, esperando que, por unos segundos, este silencio que acompaña a esta soledad se vea interrumpido por el «pi» de la llegada de un mensaje  y poder iniciar una conversación escrita antes de ir a dormir.

De lunes a jueves, gracias al cansancio y a las prisas del día laboral, esta soledad se lleva algo mejor. Justo me da tiempo para preparar una cena rápida y ver algún capítulo, contestar al móvil y pronto a la cama para tratar de descansar y esperar que el viernes por la tarde llegue pronto para que la prisa sea otra y la soledad sea escogida.

Esta soledad impuesta tarde o temprano tenía que llegar. Me estuve mentalizando desde hace tiempo, aunque trataba de post-ponerlo porque consideraba que no estaba preparada. ¿Yo? Posiblemente fuera yo quien no lo estuviera, pero me he obligado a estarlo.