Me he currado un artículo sobre los cincuenta años de feminismo en España que me ha llevado un mes y medio de búsqueda de información, documentación, lectura y escritura.
Estudiaba y escribía después de mis siete horas de trabajo, quitando tiempo a charlar con la familia y/o dedicarme al noble arte de no hacer nada o al de contemplar el horizonte desde el sofá.
Intuía, muy a mi pesar, que aunque le había puesto tanto empeño, había estudiado y aprendido, no era un artículo lo suficientemente bueno como para su publicación en la correspondiente revista. Además, yo no pertenezco al ilustre campo universitario ni del pensamiento reconocido.
Mi intuición se hizo realidad.
Es un artículo que no aporta nada nuevo y no está a la altura de la academia. Me dijeron.
¿Será que no estoy hecha para escribir de forma tan rimbombante? ¿Será que me falta ese aura de persona bohemia e intelectual?
Se trata de un artículo sobre el feminismo en España desde la muerte de Franco hasta la actualidad. Un repaso histórico a lo que ha acontecido en España desde el movimiento feminista. Su lucha y sus logros.
Creo que sobre la historia del feminismo poco más se puede escribir que no se haya hecho ya (aunque mis amigos historiadores puedan estar en contra de estas palabras). Salvo que nos centremos en hacer un análisis actual de esta cuarta ola, donde el foco se está poniendo en el ciberactivismo, en el uso de la tecnología como medio para tratar de hacer pedagogía feminista. De todo lo anterior, se ha escrito ya mucho.
Si me centro en la actualidad, creo que no se hace una valoración de los 50 años de feminismo en España desde la transición política.
Tal vez sea yo que no estoy hecha para esta escritura tan cuadriculada, seria y académica.
Siempre lo digo: soy la oveja negra y a mucha honra.
Lo escrito ahí está. Ya veré dónde lo publico, si merece la pena.
Hay que mencionar mucha bibliografía que te quita palabras para el texto que da la información. Porque esto no va de folios, sino de número de palabras.
Me recuerda a mi tesis.
Mi primera directora sólo me pedía más bibliografía y más jurisprudencia, sin detenerse a corregir y valorar el contenido de lo escrito; lo cual me generaba una frustración y estrés.
Me quedo con lo investigado, con lo leído y lo aprendido.
Y, como me escribió alguien: lo importante es participar y seguir aprendiendo.