Inaceptable

Según la RAE, inaceptable significa «no aceptable». Cuando algo no se acepta, es que no se puede dar por bueno.

Bien. Pues después de que el diario deportivo Marca lanzara una edición esta semana en blanco y negro porque estaban en contra del racismo; esta mañana nos levantamos con una portada a todo color con un titular que dice: «el chantaje es inaceptable».

Lo que es inaceptable es el comunicado que publicó ayer la Real Federación Española de Fútbol. Ni la voy a reproducir, ni voy a poner las dos portadas de este diario deportivo a las que he hecho mención.

Es inaceptable que un grupo de mujeres, que no son ni 1 ni 2, sino ¡¡¡15!!! señoras y SEÑOROS, se planten y envíen un mail idéntico al máximo órgano de un deporte como es el fútbol, tan arraigado en esta nuestra cultura española.

Que el contenido del mail sea el mismo, en mi opinión, significa que se han unido las 15 jugadoras, lo han hablado, lo han reflexionado, se han asesorado suficientemente, lo han masticado, lo han gestionad y, de forma CONJUNTA, UNIDAS, han decidido ir todas A UNA y plantar cara, de forma firme y tajante, a un organismo MACHISTA que ha demostrado que no les interesa nada de nada lo que sucede en la selección FEMENINA de fútbol.

Este ejemplo lo he usado esta mañana en facebook y se lo he leído a compañeras, pero es que es un ejemplo muy gráfico y que, si tienes un poco de inteligencia, sólo un poquito, te das cuenta de la jugada que han realizado desde la Federación Misógina y Machista de Fútbol.

Vamos a imaginarnos a una delegación de una gran empresa. Este centro de trabajo tiene un grupo de 30 personas trabajadoras. Existe un jefe cuyas funciones son coordinar, organizar e incentivar al equipo, sacar el máximo rendimiento de su equipo. Desde hace algún tiempo, de forma individual o por pequeños grupos, las personas trabajadoras se quejan de la actitud del jefe, de las maneras de actuar, etc. Ante la pasividad de la gran empresa, un grupo de 15 trabajadoras decide reunirse y buscar soluciones. Al final, la única solución que encuentran es denunciar públicamente los comportamientos inaceptables del jefe y declararse en «huelga»: se niegan a acudir al centro de trabajo si ese jefe sigue en él.

Creo que este caso llegaría a la Inspección de Trabajo y Seguridad Social y se llevaría a cabo una investigación donde se tomaría declaración a todas las partes implicadas y, al finalizar dicha investigación, se llegaría a una resolución.

En esta situación, intuyo que la inmensa mayoría de la población estaría del lado del grupo de trabajadoras y señalaría a ese jefe déspota. Quizás sin escuchar, apenas, a las partes en conflicto.

Bien. Traslademos esto que he explicado de forma simple y sin muchas florituras al terreno de juego.

Esto es lo que ha pasado con la selección española de fútbol femenino. 15 jugadoras han plantado cara y se han posicionado de forma clara. Han decidido dejar de jugar, algo que deduzco que es su pasión y por lo que han luchado durante bastante tiempo, si sigue el entrenador.

La respuesta del máximo órgano del fútbol es deleznable, pero casi diría que es lo que se podía esperar siendo un órgano machista, hasta misógino quizás.

¿Qué no habrá pasado ahí dentro? Es muy dura y muy difícil la decisión que han tomado estas 15 jugadoras.

¿Qué podemos esperar de un órgano, y sus componentes, a los que les puede más el dinero que la lucha por la igualdad y deciden aceptar jugar en un país donde se trata tan tan mal a las mujeres? ¿Qué se puede esperar de un deporte y de un órgano donde se vive tanto racismo y homofobia (¿cuántos jugadores han «salido del armario»?)?

Lo que es inaceptable no es la posición que han adoptado las jugadoras, sino la aptitud tanto de la Federación como de la prensa deportiva y tertulianos.

Vamos a ser personas empáticas, pero, sobre todo, críticas de una vez por todas.

La ilustración que yo he llamado «Guerrera» es de la ilustradora salmantina María Simavilla.

Armaduras

Escribo, desde hace unos meses, en el diario digital Noticias Salamanca https://noticiassalamanca.com/firmas/normal/

Este artículo de opinión que comparto, tiene mucha relación con la recomendación literaria infantil (y para personas adultas) que hago en este post.

Desgraciadamente, según nos vamos haciendo mayores, perdemos esa inocencia e ingenuidad que nos hace ser personas frescas y sin filtro. ¡Cuántas veces no habremos hecho callar a nuestras/os hijas/os o a sobrinas/os porque han dicho algo con total naturalidad, haciendo que nos pongamos rojos como la manzana de Blancanieves!

Tendemos a tratar de hacernos las fuertes, prácticamente insensibles para que no se «metan» con nosotras. En cierto sentido, nos ponemos una armadura que nos protege ante los comentarios, maliciosos o no, de las personas que nos rodean, sean conocidas, allegadas o desconocidas totalmente.

Y eso estamos transmitiendo a nuestras y nuestros peques. Hay que hacerse la fuerte, la valiente, la casi insensible para que no «nos coman» el terreno y se metan con nosotras.

Estamos obligando a que no sean personas auténticas y validando que lo único bueno y «normal» es no mostrar los sentimientos (positivos, negativos, regulares, malos, buenos…) porque esto te hace débil en una sociedad que es un mar de pirañas que están al acecho de carne fresca. No les enseñamos ni ayudamos a gestionar eso que sienten (frustración, alegría, ira, sorpresa, emoción, amor, rabia, enfado, tristeza…) y mucho menos a identificar esos sentimientos que, a nosotras, como personas adultas, también nos cuesta poner nombre.

Susanna Isern vuelve a dar en el clavo con este libro titulado «La armadura de Hugo». Nos cuenta cómo ser sensible y ser una persona expresiva y empática nos convierte, sin quererlo, en el objetivo de burlas y mofas; obligándote a poner una armadura que hace que no seas realmente tú, perdiendo toda la excepcionalidad y el ser una persona genuina y extraordinaria.

El final no os lo voy a contar porque quiero que vayáis a la biblioteca o a la librería a descubrirlo. Así, podréis trabajarlo en casa, reflexionando y conversando con vosotras mismas y, después, con las/os peques de la casa.

Buena lectura.