Hace un mes, más o menos, empecé a colaborar con un medio digital salmantino https://noticiassalamanca.com/
La verdad es que no sabía muy bien de qué escribir. Me resultaba extraño y, por otra parte, halagador, que se pusieran en contacto conmigo para colaborar con artículos en un medio de prensa gracias a lo que escribo en este blog. El inicio fue hablar de mi libro https://noticiassalamanca.com/cultura/revictimizadas/
Y ese fue el principio de algo que salió de forma natural. En cada uno de los artículos publicados, en diferentes apartados del diario digital (cultura, salud, firmas…) he recomendado, de forma sutil, un libro. No hago distinción de ningún tipo. Se puede tratar de un libro infantil, de un libro recomendado para la edad adulta o de un o dos libros juveniles. Escribo sobre algo en particular y, al final, plaf, tienes el título del libro y quién lo ha escrito. Poesía, novela, álbum ilustrado, libro didáctico… Todo depende de la inspiración que tenga para escribir, de lo que me salga de lo más profundo.
Al hilo del artículo publicado la semana pasada https://noticiassalamanca.com/salud/roja/ quiero seguir ahondado, un poquito, en el tema.
«Roja». Alguna persona me dijo que si iba con segunda intención el título. Yo respondí que puede que sí, o que tal vez no. Cada cual que piense lo que quiera. Pero el eje central del artículo de opinión es hablar de la menstruación, la regla, la «prima» que viene una vez al mes… Distintos nombres le otorgamos a este hecho natural que sufrimos las mujeres una vez al mes desde que nuestro cuerpo decide anunciarnos que ya somos fértiles, que ya estamos lo suficientemente desarrolladas para pasar al siguiente nivel.
Me vais a perdonar la expresión, pero es que menuda jodienda es la cosa. Tu cuerpo cambia, te duelen partes del cuerpo que habían permanecido calladas durante algunos años, tienes que estar pendiente de las señales que te mandan, tienes que aprender a usar productos íntimos, nadie te explica, concienzudamente, los cambios que vas a sufrir en tu cuerpo y en tu mente… De camino de rosas, nada de nada. Alegría, la justa.
Y ahora, en pleno siglo XXI, seguimos ocultando, en muchas ocasiones, lo que nos pasa y no lo mostramos como algo natural.
No es así porque hay risas nerviosas, risas perniciosas y, a veces, acusadoras, cuando se habla de algo tan natural como es la menstruación o la regla. En este siglo en el que nos encontramos, hablar de cosas relacionadas con nuestro sexo, con nuestro aparato reproductor, con nuestro cuerpo, produce sonrojo, titubeos y malestares.
Tuve que escuchar, esta semana, a mi sobrina mayor madrileña, con cara incrédula, decir que sus compañeros de clase ya hablan de berenjenas, y no se refieren a la verdura, y emplean «almeja» para insultar. ¿Dónde quedó esa inocencia a los 10 años?
Y ahora, con esto del reconocimiento de la baja laboral por la regla (dolores menstruales horrorosos, para que algunas personas lo entiendan), ya han salido a la palestra los ilustrados de turno opinando sobre el cuerpo de la mujer, las consecuencias de la regla en ellas y considerando que más de una y de dos se van a beneficiar de esos 3 días sin trabajar.
Siempre he oído decir que si los hombres tuvieran que parir a dolor vivo, sin epidural, otro gallo nos cantaría. Pues con la regla igual. Si tuviesen que soportar, mensualmente, varios días, los dolores que algunas mujeres sufren (yo tengo la suerte de que esos dolores sean llevaderos normalmente) y que las obligan a quedarse en la cama, acudir a urgencias dobladas, etc. ¿Qué dirían? ¿Qué exigirían?
Pedirte una baja no es tan sencillo como nos quieren hacer creer. No es algo baladí. Tienes que tener un parte médico que lo prescriba. Tiene que haber un informe médico (con lo difícil que es diagnosticar determinadas enfermedades o patologías y, sobre todo, a las mujeres) que determine que sufres fuertes dolores menstruales que te incapacitan para desempeñar una labor.
Vamos a ver, señoros, que esto no es jauja. Que no todo el mundo se vale de la picaresca para pasar unos días en casa. Que ya está bien de criticar, juzgar y opinar sobre todo lo relacionado con las mujeres y su cuerpo, sus enfermedades, sus dolencias, sus querencias, sus deseos y sus placeres.
Poseemos los mismos derechos que ustedes, mas que les pese. No tenemos que cargar con mochilas que no nos corresponden. Si las cosas se pueden hacer más sencillas, adelante, hagámoslo. Pero no nos hagan pagar un peaje que es realmente injusto.
¿Por qué les molesta tanto? ¿Cuál es el motivo que les lleva a desprestigiar y malmeter, a opinar sobre lo que no conocen y no afecta a su cuerpo, a su día a día? ¿Les molesta que, poco a poco, pero de forma segura, sigamos alcanzando, consiguiendo derechos y reconocimientos que se pensaban que sólo eran suyos? ¿Tanto les molesta que, por una vez, las mujeres ocupemos el espacio central del escenario? Creo que deberían hacerse mirar, concienzudamente, ese egocentrismo tan desmedido que les acompaña desde tiempos inmemoriables. Que no son el ombligo del mundo y, quizás, creerse que sí lo son es el verdadero problema.