Últimamente estoy hablando con bastantes amigos (todos ellos varones, sí)sobre la comodidad de nuestra vida, sobre, lo que se llama, la «zona de confort».
Nos habituamos a un nivel de vida, a un grupo de personas que se encuentra a nuestro alrededor, a un tipo de trabajo, a unas comodidades, etc. Pero, cuando nos damos cuenta de que lo que tenemos no es realmente lo que nos llena nos cuesta mucho luchar por aquello que nos hace sentir bien, nos cuesta romper con nuestra comodidad porque nos da miedo «lo desconocido», empezar de cero para lograr la felicidad (aunque no sea total)y hacer lo que realmente nos gusta o estar con quien realmente queremos estar. O,simplemente, nos da miedo enfrentarnos a una ruptura por «el que dirán», porque ya estábamos acostumbrados a una forma de vida, porque pensamos que «aún queremos a la otra persona» o porque ponemos como excusa a terceras o cuartas personas.
Este vídeo que comparto está incluido en una de las sesiones de un taller sobre las habilidades emociones que realiza un amigo mío en su lugar de trabajo. Ha vuelto a mi memoria después de hablar durante dos semanas con dos personas distintas, las cuales se están planteando su vida después de sufrir determinados varapalos.
Este vídeo nos anima a salir de nuestra zona de confort y plantearnos las cosas.