Cambiar sin aceptar

Me paso de nuevo por aquí. Hacía tiempo, la verdad, más del que me gustaría. Pero es que el tiempo nos arrolla (me arrolla en realidad) y han sido unas semanas bastante intensas: viajes para presentar los libros (aún puedo presentarlo más), congreso gallego, trabajo que absorbe las horas del día, deporte, el día a día…

Pero bueno, ya que estoy aquí, quiero escribir sobre una película que vi ayer (no me pagan, de verdad) en la plataforma Amazon Prime (tampoco me paga, al contrario, pago yo, jejeje).

Aunque tengo bastantes películas por visionar (como libros por leer), necesitaba una película que me entretuviera y que no me diera mucho que pensar. Bueno, en mi caso, eso siempre es un error porque hasta en la película más simple, encuentro un hilo que me ayuda a hacer reflexionar, pensar y plantear diferentes temas.

Deformación profesional.

A mediodía estuve viendo «Un hipster en la España vacía«. Tiene sus puntos de humor, yo me reí con algunas ocurrencias. Hace alusión al nuevo tipo de política que se quiere o se pretende hacer, con sus fallos y sus aciertos. Hace alusión a la diversidad existente en la sociedad actual española.

Al principio la cogí con pinzas, pues veía algunos estereotipos (como el lenguaje empleado) y me reía del pobre protagonista porque se la estaban metiendo doblada y el pobrecito mío no se enteraba (claro, yo había leído el resumen de la película y ya iba predispuesta). A lo largo de la película, teniendo en cuenta mi situación profesional (y también personal) actual, empecé a ver en la película determinadas situaciones, planteamientos que me recordaban que eso sucedía en la realidad de nuestro país.

La política, los proyectos «sociales» y/o empresariales se acercan al medio rural como si fuese una moda, un territorio inexplorado que necesita ser conquistado y usado en beneficio propio sin tener en cuenta las inquietudes y necesidades de este medio que es tan castigado, olvidado y vapuleado.

Como sucede en la película, nos acercamos al medio rural como si fuésemos los salvadores para un territorio y una población que está anclada en el pasado, que no ha evolucionado con los tiempos y que necesita que alguien, desde la capital, les enseñe que es lo que se están perdiendo de esta evolución que es tan beneficiosa e implantarla sin preguntar, sin pedir permiso.

Desde una visión centralista y de la capital, desembarcamos en un «pueblo» con nuestras ideas progresistas, con la intención de ayudar sin escuchar a quienes residen en ese territorio, pensando que no saben lo que necesitan y que para eso hemos ido nosotras allí.

No somos conscientes que nuestras ideas y propuestas quizás no son lo que realmente necesitan en esa localidad, en el medio rural en general. Se nos olvida algo tan importante como escuchar a quienes llevan toda la vida en el medio rural.

Considero que es importante la evolución, ir adaptándose a los cambios propios del paso de los años, de los avances en todos los aspectos, pues nos puede ayudar a sacar más partida a lo que tenemos, pero no podemos borrar de un plumazo las tradiciones, modificar la cultura histórica reinante y cambiar las ideas y pensamientos de un grupo de personas. Hay que sentarse tranquilamente, escuchar, dialogar y llegar a acuerdos que sean reales, efectivos para la población. Quizás nos den una lección, junto con un tortazo a mano abierta de realidad, porque puede ocurrir que nuestras ideas innovadoras no tengan cabida en ese lugar en concreto, o en ese momento preciso, y tengamos que empezar por cosas chiquitas para ir trabajando a medio o largo plazo.

Como todo, si miramos esta película con mente abierta (nos puede gustar más o menos) nos daremos cuenta que muchas de las cosas que se representan son un claro reflejo de lo que se pretende hacer en nuestra realidad social del siglo XXI. Nos aprovechamos del medio rural cuando interesa, pero lo abandonamos la mayor parte del tiempo, olvidando que es una parte importante para toda la sociedad, para nuestra sociedad, para nuestro mundo.

Ser humano

Galicia nos volvió a demostrar que hay que tenerlo bien atado todo, que no hay que dar las cosas por supuestas (nunca) y que las estadísticas están para dar una confianza irreal que se torna en una sorpresa de realidad, dándole la vuelta a la tortilla.

Esto que ha pasado, a quienes confiamos en el progreso, en el avance y volver al Estado de Bienestar en todo su esplendor, nos desanima y nos deja el cuerpo roto.

Tenemos que darnos cuenta que, aunque hablemos de unión y alianza, resulta que nos fragmentamos y miramos nuestro propio ombligo, sin querer reconocer que la unión hace la fuerza.

Me resulta difícil confiar en el ser humano. Ese ser humano que, en su mayoría, sale a la calle con la marea blanca reclamando lo público, pero que se queda en casa cuando hay que dar el voto a la continuidad o al cambio.

Es complicado creer en el ser humano cuando, a pesar de salir a limpiar las playas contaminadas, se decide mirar hacia otro lado cuando le roban en «su propia casa» quien dice velar por su seguridad y comodidad.

Somos capaces de «llorar» por las esquinas por nuestra mala suerte, pero seguimos (o siguen) votando a los mismos, a quienes han creado su feudo a golpe de talonario y son capaces de comprar casi todo para mantener su poder y sillón, dándoles igual la gente. Se iban a morir igual y no sabes lo que me gusta la fruta.

Esa gente que se cree ese discurso manido es quien se equivoca de enemigo y otorga su confianza a quien no mira por el interés del prójimo para hacer una sociedad más habitable, más deseable, más cómoda.

Un discurso que cala tan hondo, que lava tanto el cerebro, que resulta un trabajo titánico y prolongado en el tiempo revertirlo. Porque revertir el problema, parece ser, es un trabajo individual, en lugar de colectivo.

¿Debemos confiar en el ser humano?

Me resulta difícil responder a la pregunta después de lo acontecido en tierriñas galegas.

Pero, a pesar de todo, seguiremos luchando por lo que creemos que es el verdadero progreso y lo que es justo y necesario para toda la sociedad. ¿Te apuntas de verdad?

Me amaré mejor al desnudo

Justo hace una semana, a estas horas (19.14) estaba terminando la presentación de mi segundo libro, «Me amaré mejor», en Espacio Intruso de Salamanca.

Fue un «desnudo» prácticamente integral en un encuentro íntimo con todas las personas que me quisieron acompañar esa tarde. Hubo sorpresas inesperadas que ablandaron más el alma y el corazón, lágrimas de emoción, de alegría, de recuerdos…

«Me amaré mejor» es un recordatorio para todas las personas pero, sobre todo, para mí misma de que no es más importante amar más, sino que lo conveniente es que nos amemos mejor, que nos queramos a pesar de todo.

Reconozco, y no me avergüenzo de ello, que lloré lo más grande delante de unas 30 personas conocidas, cercanas, amigas, familia…

De forma conjunta hice un repaso por distintas partes del libro, el cual recoge los artículos publicados en el diario digital Noticias Salamanca desde que comencé mi andadura en 2022 hasta febrero de 2023. Invité a todas las personas asistentes a que reflexionaran sobre algunos de los temas que trato en el libro:

«La importancia de los recuerdos» cuando se cambian las tornas y pasas de ser cuidada a cuidar con amor, dedicación, templanza (a veces), cariño, paciencia…

«Mamá», palabra tan hermosa y, a la vez, tan odiada cuando se escucha de forma incansable por casa.

«Mujeres» y «Te-tas» porque parece que damos miedo aquellas mujeres que alzamos la voz, que más o menos tenemos claro lo que queremos, lo que no queremos a nuestro alrededor, lo que ansiamos, lo que nos remueve, lo que apartamos… Porque el camino para reconocernos como seres humanos auténticos, capaces, dispuestos, con voz ha sido largo y tedioso, porque seguimos encontrando piedras en el camino que nos cuesta apartar, pero que lo conseguimos con esfuerzo, sudor, lágrimas y sororidad.

El capacitarte como mujer, el empoderarte y aprender a quererte mejor cuesta, porque nos han inculcado, desde antes de nacer, que no merecemos determinadas cosas, que no somos capaces de otras tantas y que nuestro camino viene marcado por lo que deciden los demás.

Pues esto se acabó. «Me amaré mejor» para ser yo misma, para creerme de lo que soy capaz y de lo que valgo, para confiar en todas las cualidades que las personas que me quieren ven en mí y que yo no soy capaz de ver.

«Me amaré mejor» está disponible en amazon, pero también podéis preguntarme por él en mis redes sociales.

Negros y series

¡Bienvenido, 2024!

Mi propósito para este año es escribir. Así, en general, pero alguna cosa en particular que se queda en mi fuero interno.

Hoy quiero hacer una pequeña reflexión sobre las series y las personas negras.

Después de ver Station 19 y cómo trataron el sucedo de George Floyd, algo se me quedó ahí dentro.

Lo cierto es que las series y las películas tienen la oportunidad, igual que los libros, de hacernos reflexionar sobre los acontecimientos que hacen que esta sociedad no sea tan buena y justa como debiera ser. Nos hacen, si queremos, que nos cuestionemos en qué tipo de sociedad queremos vivir.

Creo que en Station 19 supieron captar el sentimiento que las personas negras con un buen puesto de trabajo, así como las personas racializadas que se escapan del canon normativo, les provocó este acontecimiento que conmocionó a toda la sociedad a lo largo del mundo; el conflicto de interés internos que se les pueden plantear a las personas, la responsabilidad que tenemos, de forma individual, en una sociedad colectiva.

Finalicé las 6 temporadas de la serie y he iniciado la de Rosewood donde, casualmente, el protagonista es otro negro cuyo personaje es un forense privado reconocido, engreído, que se quiere a sí mismo, al que le gusta la vida aunque se dedique a desenmascarar a la muerte.

Al ver al protagonista (negro cañón) se me planteó la siguiente pregunta: en EE.UU la población negra no es pequeña. En EE.UU hay series protagonizadas por personas negras. En EE.UU hay personas negras de reconocido prestigio, incluso han tenido a Barack Obama como presidente. Pero, ¿por qué la brutalidad policial se ceba con las personas negras, con las personas racializadas? ¿Por qué sigue habiendo tanta discriminación hacia una parte numerosa de la población estadounidense?

Creo que no es una sociedad tan avanzada como nos quieren hacer creer. Considero que es una sociedad plagada de prejuicios, de clasismo, de estereotipos donde prima la discriminación hacia quien es «diferente». Una sociedad multicultural, diversa que sigue teniendo en la cúspide de la pirámide a la persona blanca por encima del resto.

Estimo que es conveniente repensar y seguir con la lucha.

Justicia Social

Tan sólo hace un par de días, alguien, a quien acabo de conocer, me decía que había optado por dedicarme a la justicia social y es algo muy bonito en estos tiempos que corren.

Decía esto después de mi participación en el programa Objetivo Igualdad de RTVE donde se trataba, en escasos 10 minutos, de la migración y la violencia de género.

Os dejo el enlace por si no os lo he hecho llegar o no habéis tenido la oportunidad de verlo:

https://www.rtve.es/play/videos/objetivo-igualdad/programa-111-mujeres-migrantes-y-violencia-de-genero/7010776/

Siguiendo con esto de la justicia social, este lunes 20 de noviembre, junto a la poeta Mireia Sánchez, organizamos una actividad en la Biblioteca Municipal La Vega, en el barrio del mismo nombre. El desarrollo de la mencionada actividad fue posible gracias a Manuel y, sobre todo, a Maite, las dos personas encargadas del funcionamiento de la biblioteca.

Nos dimos cita 18 personas para escuchar textos relacionados con el abuso sexual infantil (día que se conmemora el 19 de noviembre), reflexionar sobre nuestro papel como sociedad y tener un espacio donde hablar, contar, leer y tratar de dar herramientas para luchar contra este delito. Fue un espacio acogedor donde pusimos encima de la mesa, literal, multitud de libros que abordan este tema.

Mireia y yo leímos alguno de nuestros textos publicados o aún no. Estuvimos arropadas por mujeres y hombres que están sensibilizadas con el tema, que asumen la responsabilidad que les toca como parte de la sociedad y que quieren cambiar.

En eso consiste, en alzar la voz, cada vez más alto, para concienciar, VISIBILIZAR y mostrar al mundo que hay que posicionarse, cuidar y, sobre todo, respetar a las y los menores.

También, durante 15 días, contamos con la exposición fotográfica de Paloma, para seguir concienciando y dando voz a las víctimas supervivientes.

No dejéis de pasar por la Biblioteca Municipal de La Vega.

Soy Castle, Richard Castle

Llevaba tiempo con ganas de escribir sobre esta serie.

Me encuentro viéndola de nuevo. Ahora, tal vez, de vez en cuando, haciendo un análisis (no muy profundo) sobre la imagen que se da en ella de diferentes temas.

Tengo que decir que es una serie, para mí, de entretenimiento, no para pensar y sacar punta (aunque lo hago, lo sabéis).

Nos encontramos a un protagonista que ha adquirido su fortuna escribiendo libros. Necesita una nueva inspiración para seguir escribiendo y decide tirar de absolutamente todos sus contactos, varones, para ser el perrito faldero de un equipo de homicidios de Nueva York.

Ella, Kate Beckett, es la antítesis: una mujer fuerte, que sabe lo que quiere, con sus traumas personales que sobrelleva, valiente, ambiciosa, segura de sí misma, que no se deja avasallar.

Él, es un escritor de éxito, mujeriego, que se vale del dinero y de los contactos para conseguir, entre otras cosas, sus caprichos.

Pero, finalmente, son capaces de complementarse y de trabajar juntos, en equipo. Cada uno aporta a la otra parte lo que necesita en cada momento. Él está al lado de ella (y de los otros dos compañeros) para apoyarla y ayudarla (en la medida de lo posible y, en ocasiones, estorbando más que ayudando, pero lo importante es la intención, ¿no?). Él la anima a ver los casos desde otra perspectiva para llegar a atrapar al malo/la mala. Ella es capaz de ser tajante con él cuando lo merece, de cortarle cuando se pasa, de pararlo en los momentos precisos, sin dejarse avasallar por ser un hombre.

Es curioso que cuando cambia la dirección de la comisaría y llega una mujer para tomar las riendas, no se hace llamar «capitana», sino que se hace llamar «Señor» y «Capitán». No sé si ha sido una traducción o realmente, en la versión original, no hay diferencia entre el femenino y el masculino. Dejando de lado esto, he de decir que me choca bastante que una mujer obligue a utilizar el masculino para dirigirse a ella en el trabajo. Quizás es que ella piensa que se la valorará, se le tendrá más en cuenta, se la juzgará menos si adopta, no sólo, la actitud de los varones en un puesto de responsabilidad, sino también el término.

Por otro lado, vemos el machismo puro y duro en las respuestas de Castle, Ryan y Espósito cuando hay delante una «tía buena» o cuando, por gajes del oficio, tienen que ir a un club de estriptis o un puticlub. En estas escenas asoman los rasgos neardentales de los hombres y es algo que tiene que soportar la Inspectora Beckett quien, en algún momento, les tiene que parar los pies.

Podemos ver la evolución de todos/as los/as protagonistas en diferentes ámbitos. Vemos, quizás, como el protagonista, sin perder su esencia, se vuelve más entrañable, menos insoportable y como es capaz de dejar de lado sus propias «necesidades» para estar al lado de su compañera de forma incondicional.

También el papel de la hija de Castle es muy importante. Ella es la inteligente, la responsable, la madura y la adulta de la relación padre-hija. Se comprueba como ella pone cordura ante las ideas alocadas que quiere llevar a cabo su padre, aunque a veces se deje llevar por esas locuras inocentes. Es capaz de darle, también, otra visión, de demostrarle que va creciendo a lo largo de las temporadas y que tiene que dejar de tratarla como una niña (eso es imposible cuando eres madre o padre).

Si te paras a pensar, la mayor parte de las series de TV abordan el tema de la muerte violenta y dramática, como si fuese lo único que pasara en el mundo.

Nos lo tenemos que hacer mirar.