Bahía de Caraquez, Municipalidad del Cantón Sucre, Ecuador, 3ª parte

Ha pasado más de un mes desde que llegué de Bahía de Caraquez, pero aún tengo en mi mente y en mi corazón todas las experiencias vividas y todas las personas con las que tuve la suerte de compartir momentos.

Ya os he hablado de mi experiencia en la Universidad Laica «Eloy Alfaro». En esta ocasión voy a contar, escuetamente, mi colaboración con la Municipalidad del Cantón Sucre en Bahía de Caraquez.
Junto con la licenciada Jacqueline Chacón, responsable de la ORMEF en Bahía, tuve la suerte de recorrer distintas comunidades para dar unas pequeñas charlas a mujeres y hombres de la comunidad.

Sobre todo les hablé sobre violencia de género. Situación que viven muchas mujeres en la ciudad y en las distintas comunidades. No pude llegar a todos los rincones de la ciudad por falta de tiempo, pero creo que, donde acudí, llegó y caló mi mensaje.
Tuve la oportunidad de escuchar a un hombre que contó parte de su experiencia como niño que sufrió maltrato y como después, en la edad adulta, logró parar a tiempo para no repetir lo que él había vivido en su casa durante su infancia.

La Iglesia de la Comunidad del Kilómetro 20, la Comunidad de Fanca, el Comedor Escolar de Fanca, éstos son algunos de los lugares que recorrí en taxi junto con la responsable del ORMEF.
 
Mujeres luchadoras, mujeres cuidadoras, mujeres comprometidas, mujeres involucradas, mujeres que quieren cambiar la sociedad en la que viven, mujeres preocupadas por el futuro de sus hijas e hijos, mujeres que encabezan una comunidad, una sociedad que cambia con lentitud, pero cambia.

También impartí una pequeñísima charla a un grupo de adolescentes en el teatro de la ciudad. Con ellos y ellas traté el tema de las conductas abusivas en la red: ciberacoso, adicción a los móviles, sexting, etc. Fue un grupo reducido de adolescentes de diversas edades y con distintas situaciones familiares, pero con inquietud por conocer del tema y por contar experiencias vividas que, en realidad, no identificaban con, por ejemplo, acoso escolar. Lástima de la falta de tiempo para poder seguir charlando con ellas y ellos.

El trabajar con toda esta gente ha sido una oportunidad de conocer otros puntos de vista, otros valores, otras inquietudes. De descubrir entornos diferentes a los españoles. Ni más bonitos, ni más feos, sólo distintos. Me ha aportado experiencia y bagaje para mi vida, tanto personal como profesional.

Terminé mis días allá con una idea y una sensación que se puede resumir en lo siguiente:

 
 

Bahía de Caraquez, provincia de Manabí, Ecuador 2ª parte

Llegué a Bahía de Caraquez y ya me tenían organizado un fin de semana de excursión y de celebración de cumpleaños. Tras ese fin de semana intenso (con visita voladora inesperada incluida), comencé mis charlas en la Universidad Laica «Eloy Alfaro», extensión de Manabí.

Entrada a la Universidad Laica «Eloy Alfaro»

La primera toma de contacto con la Universidad se produjo el martes, empezando fuerte: en la mañana charla sobre las conductas abusivas en internet en el auditorio y, en la tarde, una mini-conferencia sobre los aspectos sociales de las migraciones de los ecuatorianos en España, englobada dentro de la Semana Cultural de la Universidad.
Tras la mini-conferencia, en la que tuve que improvisar por primera vez, nos fuimos a cenar a un lugar maravilloso desde el que se podía ver el grandísimo río Chone alumbrado por la luna. En la mesa había profesorado, artistas pero una gran variedad cultural: ecuatorianos, españolas, austríacas, canadienses, etc. Una amalgama de nacionalidades unida por el amor a la cultura, el arte y la educación.

La puntualidad, me van a perdonar, brilla por su ausencia y, aunque llegaron a decirme que ya era una ecuatoriana más porque nunca empezaba a mi hora, yo sí era puntual, lo que sucede es que todos los días tenían que presentar mi charla y claro, el profesor que lo hacía, tenía clase y otras cuestiones que atender, así que nunca llegaba a la hora. Pero el alumnado tampoco, jajaja. 
Un ejemplo de cómo se iba llenando el auditorio se puede ver en las dos fotos siguientes.

¿El público? Variopinto, la verdad. De diversas ramas educativas y de diversas edades. Eso era lo bonito.
¿Habladoras? A ratos y depende de quién. Pero la verdad es que ha sido una grata experiencia, grandes momentos para compartir opiniones, ideas y ver que, en algunas cuestiones, no somos tan distintos. 
Hablé sobre «La red: las conductas abusivas en internet», «la igualdad de género o equidad de género» y «la violencia de género» ante un público que quería dormirse en algunos momentos (es lo que tiene estar en fiestas en la universidad), ver más vídeos entretenidos, escuchar canciones que hablaban sobre la violencia y compartir sus ideas, experiencias y opiniones conmigo. También había personas preguntonas que me ponían en verdaderos aprietos a veces, pues pasábamos de cuestiones profesionales a preguntas personales en menos de 5 segundos. Y mira que me advirtieron que allá las personas son preguntonas, pero yo no me lo creí hasta que lo sufrí.

Pero tengo que reconocer que lo pasé genial, que disfruté muchísimo, aunque me hicieran «phubbing» en más de una ocasión. 

La juventud es fantástica, maravillosa y tienen una calidad humana extraordinaria. El concepto que tienen de España creo que está más motivado por una utopía más que por la realidad, pero es normal, todo el mundo tiende a idealizar.

Me llevo tanto de esta experiencia, que no tengo espacio para escribir. En resumen, tenemos que trabajar mucho para que el futuro de estos/as jóvenes no sea negro, para que logremos que se vean como iguales.

Los estereotipos de género en pictogramas

En mis talleres y charlas, suelo empezar hablando de igualdad y, en consecuencia, de los roles de género y estereotipos que la sociedad, la cultura nos ha impuesto a los hombres y a las mujeres.
Suelo utilizar imágenes, vídeos, dinámicas para tratar que el público asistente a mis charlas vea (porque a veces entra mejor la información por los ojos que por los oídos o, en la mayoría de los casos, algo visual refuerza lo dicho de palabra). Leyendo por las redes sociales determinados periódicos, encontré, en un blog, este artículo sobre los estereotipos. 
A través de una serie de pictogramas nos hablan de las diferencias dadas entre hombres y mujeres. Por ejemplo: la mejor arma de un hombre es permanecer callado, mientras que la de la mujer es llorar; cómo nos vemos ante el espejo, etc. 
 

http://blogs.publico.es/strambotic/2014/09/estereotipos/

Bahía de Caraquez, Ecuador 1ª parte

He cumplido mi sueño, por fin. Se suele decir que más vale tarde que nunca. Pues bueno, no ha sido tarde, tampoco ha sido pronto, sino en el momento justo, creo yo.
15 años he tardado en viajar a Ecuador, aunque algún año más en viajar a Latinoamérica (me daba igual el destino). 
Mucha gente me preguntaba que cuál era el motivo de haber elegido Ecuador y, encima, una ciudad «desconocida» como Bahía de Caraquez. La razón es muy simple: allí tengo a mi amigo Benja y me daba mucha más seguridad que viajar a Quito, la capital, o a otra ciudad.
 
 
Allá me he sentido como en casa. Estaba con mi gran amigo Benja, pero también compartía el día a día con sus compañeros de la Comunidad del Sagrado Corazón de Jesús. Durante 20 días he formado parte de esa familia, he compartido mesa, conversaciones, me he reído, he disfrutado de su compañía, de sus «piques», de su comida, de su experiencia… Realmente me han hecho mi estancia muy fácil y muy agradable.

Nada más llegar a la ciudad, he sentido el calor y la cercanía de la gente. Todo el mundo estaba dispuesto a ayudarme, a llevarme, a traerme, a conversar conmigo y a recordarme, casi a diario, que había ido por poco tiempo, más si les decía que tenía que «trabajar» y que me quedaba poco margen para visitar lugares y rincones.
Mi doctorado ha sido el causante de este viaje, organizado en tres meses (casi mejor, sin tiempo a pensarlo mucho). Por ello iba más por trabajo/estudios, que por ocio. He podido disfrutar de algunos rincones del país, pero también es cierto que me han quedado otros lugares por descubrir y disfrutar: Cuenca, Portocristi, Quito (lo he visitado, pero ha sido corto), la Isla Corazón, Guayaquil, etc.
He disfrutado del calor de la gente, de su cercanía, de su predisposición a acompañarme, a enseñarme, a conversar conmigo, … Me he sentido integrada en esa ciudad, en la parroquia (donde he pasado muchos momentos) con ese grupo de mujeres que lo hacen todo más fácil, más liviano, donde chismorreábamos, «hacíamos trajes», hablábamos de mi vida en España, de su vida en esa ciudad que tiene que emerger, de política (sí, de política yo!!!), del clima, de la gastronomía,…
 
He tenido la oportunidad de oler, sentir, oír el océano. Ese océano Pacífico que no tenía nada de manso, al contrario, bravito estaba casi todos los días.  Un agua salada que echaba de menos porque este verano no había podido disfrutar de ella. En esta ocasión, en estos días, no me he hartado, sino que he visto otra perspectiva de ella.



Ha sido una suerte compartir momentos, horas del día, trabajo, confidencias, risas, viajes y tantas cosas que se quedan para mí, con mi gran amigo, con mi «director espiritual» (jajaja), con mi hermano mayor. Esa persona que se marchó de nuestra Salamanca querida hace 15 años y que siempre ha estado a mi lado, a pesar de la distancia. Una de las personas más importantes de mi vida (lo sabe y lo saben), de ésas a las que no quiero perder. Ha sido mi guía por Bahía, mi protector (no me dejaba casi en ningún momento y, en ocasiones, era demasido protector 🙂 Le estaré eternamente agradecida.
 
En próximos post iré desgranando mis 20 días en Bahía de Caraquez, ciudad a la que le queda mucho por crecer, a la que ya llevo en mi corazón, al igual que a sus gentes. Iré contando mis peripecias, mi adaptación, mis charlas, la Universidad, las mujeres del Movimiento de Mujeres La Merced, las reuniones con diversas comunidades, el día a día… De momento, esto es un anticipo y un agradecimiento tanto a las personas del otro lado del charco, como a las personas que dejé en mi tierra charra: ¡GRACIAS!