«Papá, por favor, consígueme la luna» (Eric Carle, Editorial Kókinos).
Cuando éramos niñas y niños, nos reuníamos alrededor de la mesa-camilla, al calor del brasero para que nuestra abuela (o nuestro abuelo) nos contase esas historias que habían pasado de generación en generación y que habían sido modificadas por el «boca a boca».
Historias que Perrault, Andersen o los hermanos Grimm tuvieron a bien de plasmar en el papel y que nuestras abuelas (sobre todo) consideraron que debíamos conocer y, por ello, nos las contaban.
Pero el cuento ha ido evolucionando. Seguimos narrando o leyendo las historias de Caperucita Roja, de la Bella Durmiento, de Juan sin Miedo, de las Habichuelas Mágicas, etc, pero se unen historias como la de Mónica que le pide a su padre que le consiga la luna.
Ésta historia es la que yo preparé uno de los días del rincón lúdico-creativo «Vacaciones Activas» en Semana Santa para ir abriendo boca en los/as pequeñuelos/as.
Cuando cuentas un cuento, puedes hacerlo con un libro, sólo leyendo o, por el contrario, dando la entonación adecuada en cada momento, con cada personaje que aparece; puedes adaptarlo para una sesión de cuentacuentos improvisada o planeada sin nada más que tú y las personas oyentes. Pero también puedes crear atrezzo, acompañarte de elementos como hice yo en esta ocasión.
Para contarles el cuento de «Papá, por favor, consígueme la luna» les mostré las distintas fases de la luna que se sucedían a lo largo de la historia de Mónica.
Cuento precioso, sin duda. Y no lo digo porque esté enamorada de la luna.