Talleres de sensibilización y prevención

Mi curso 2017-18 empezó la semana pasada realizando un taller en un colegio en un pueblo cercano a Salamanca.

36 chicos y chicas de 5º de primaria fue el público con el que charlé y trabajé sobre violencia de género. 

1 hora y media tenía para explicar qué era la violencia de género y las situaciones que se podían dar.

Lo hice a través de dos cuentos donde, primero, hablamos de las emociones y de su identificación y, después, le dimos forma a «El Monstruo» para, finalizar, con un juego de pruebas, preguntas y diálogo (de creación propia).


Corto fue el tiempo. Amargo sabor de boca me quedó porque no terminamos y creo que se quedaron muchas preguntas, comentarios y definiciones en el tintero. 

A todo el grupo lo vi implicado, pero un poco perdidos a sus componentes. Su imaginación a veces vuela en exceso, pero sólo a veces, y suelen irse por los Cerros de Úbeda cuando preguntan, pero es algo que me gusta. 

Algo me ha inquietado en esta sesión: fue la primera vez que, al leer el cuento «El Monstruo», no saben identificar quién es ese monstruo que grita, empuja y echa espuma por la boca.

¿Qué está sucediendo? Son 10-11 años y es un libro-cuento para personas de edad más temprana. ¿Eran demasiado inmaduros/as para este tema? ¿Lo ven como algo lejano? ¿No tienen las herramientas adecuadas para identificar este tipo de situaciones? ¿Es algo puntual? ¿Hay que preocuparse? ¿La comprensión lectora es escasa? 

Yo soy de las personas que piensan que es necesario introducir contenido sobre igualdad, tolerancia, luchar contra la violencia, etc. dentro del currículo educativo de forma transversal. Tiene que ser algo que esté presente a diario en las aulas. Mientras esto no suceda, seguirán siendo necesarios talleres, charlas, coloquios de más de 1 hora y media para trabajar estos temas.

Pero también tiene que haber formación para el profesorado para dejar de escuchar frases del tipo:»si las mujeres cobran menos es porque Dios hizo a los hombres más fuertes». 
¡¡¡¿En serio?!!! 
Me parece intolerable que alguien que se dedica a la formación/educación haga este tipo de comentarios.

Pero este comentario es un ejemplo de lo que se puede escuchar en cualquier ámbito de la sociedad y que apoya la idea de que aún queda mucho por andar, por trabajar…

En un post de hace tiempo, recomendaba el libro «Nata y Chocolate ¡invencibles!» donde un niño y una niña tratan de ayudar a un compañero de clase cuando descubren que él y su madre son víctimas de violencia de género.
Como madres y padres tenemos recursos para hablar con nuestras hijas y nuestros hijos sobre estos temas. A mí me gustan mucho los libros, recomendarlos y leerlos de forma conjunta.

Sigamos visibilizando. Sigamos nombrando las desigualdades que se producen en nuestra sociedad y que, desgraciadamente, perjudica más a las mujeres, consideradas un colectivo vulnerable.


Menos hablar y más actuar

El año pasado me quedé con ganas de participar en un Congreso que se realiza el Sevilla. De hecho, estuve viendo la posibilidad de marchar tres días, y así conocer mejor Sevilla, para participar en la parte presencial del mismo. Al final, por problemas económicos y por otros asuntos de agenda, me quedé en Salamanca.
Este año he decidido liarme a la cabeza (todo sucede cuando menos tiempo tienes, cuantas más cosas por hacer ahí y cuando tu agenda puede explotar en cualquier momento) y me he inscrito en la parte online (tuve que desistir de presentar una comunicación. El tiempo y mi cabeza no me da).

En consecuencia, soy una participante más del VIII Congreso para el estudio de la violencia contra las mujeres. Del riesgo a la prevencción. 

Llevo 3 días participando activamente (bueno, todo lo activa que me permite mi tiempo) en los foros creados. La verdad es que no doy abasto. Hay muchas líneas de discusión abiertas, mucha información que digerir, mucho que compartir.
Me estoy dando cuenta que siempre sucede lo mismo. Estoy en un congreso que, por lo que observo, mueve a mucha gente (no sé cuántas somos las personas inscritas en realidad). Hombres y mujeres (me encanta) discutiendo, hablando, conversando, compartiendo sobre algo que nos preocupa: la violencia de género, la violencia en definitiva y todo lo que la rodea y afecta. Pero somos eso, personas que ya tenemos una inquietud, que estamos sensibilizadas y que queremos cambiar la sociedad que nos rodea para que sea más igualitaria y no tengamos que lamentar asesinatos de mujeres ni de menores a manos de hombres que decían sentir algo muy fuerte hacia ellas.

En definitiva, y con esto acabo mi reflexión de hoy, ¿por qué no dejamos de hablar tanto y actuamos de verdad?




De nuevo…

De nuevo estoy por acá. Logro ir cerrando cosas que me impiden escribir como yo quiero y dedicarle el tiempo que me apetece a este blog. 
Voy dando «carpetazo» a etapas y parcelas que han hecho que esté sumida y concentrada en un par de cosas o actividades que me quitaban toda la energía y el tiempo.

Pero hoy, más calmada, aunque aún sin perder la concentración en aquello que me quita tiempo y que será un paso muy importante cuando logre cerrarlo, he decidido que es bueno retomar el blog que nos llevará a conseguir la luna, a cada uno la suya. La continuación va a la par que el inicio del curso académico, de las rutinas escolares y laborales. ¡Qué mejor momento que éste!

No ha sido un verano tranquilo. No he tenido el tiempo que me gustaría y que yo esperaba tener para leer, disfrutar del verano, de la compañía… Sí he leído, sí he vivido este verano (con mi querida Pandilla Chancleta), sí he estado en compañía pero eso no significa que lo haya disfrutado y vivido como quería, como me hubiera gustado. Todo sacrificio tiene su recompensa y la mía espero que esté a la vuelta de la esquina.

Inicio esta nueva etapa bloguera con la recomendación de un libro que me ha hecho reflexionar sobre la educación, sobre la infancia y la adolescencia y sobre lo que me gustaría hacer. Un nuevo tipo de educación es posible. Una nueva forma de enseñar materias, valores, capacidades… es posible. Sólo hay que querer mirar más allá de la burocracia, de las leyes y centrarnos más en la práctica, en las personitas que viven este presente para tener un futuro.

César Bona ha escrito un segundo libro, al cual he «hincado el diente» demasiado tarde para mi gusto. Pero se dice que «nunca es tarde si la dicha es buena». «Las escuelas que cambian el mundo» nos muestra que otro tipo de educación es posible y que funciona. 
En este libro César nos acompaña por el territorio español para abrirnos las puertas de 7 escuelas e institutos que se sitúan en diferentes ciudades o pueblos y que acogen a niñas y niños entre 3 y más de 18 años algunas de ellas.
Nos invita a sumergirnos entre esta población tan pequeña en tamaño pero grande en alma y corazón. Nos enseña que tenemos que dejar de lado lo académico para abrir paso y espacio a las emociones, sentimientos y las capacidades diferentes y válidas de cada persona; porque, si somos conscientes de la necesidad de dejar libertad, esta libertad hará que quieran saber más e investiguen, pregunten y pidan ayuda para seguir aprendiendo. 
Hay otra forma de enseñar a sumar, restar, de mostrar qué paso en España en el Siglo de Oro, en la Guerra Civil o cómo se vivía en la Antigua Grecia. Sólo tenemos que rascar, implicarnos, ilusionarnos para que esos seres pequeños se contagien y quieran más. 
Como se escribe en la contraportada del libro: «Si contamos con su participación (de las niños y los niños) en la escuela y en la sociedad y tenemos en cuenta todo su potencial, estos chicos y chicas pueden cambiar el mundo. No en un futuro, sino ahora».

¿Queremos que ese cambio se produzca? ¿Cuál es la esencia de la educación?

Os animo a que leáis este libro, reflexionéis y descubráis si el cambio es posible.

Buena lectura.

Lo que queda por hacer

Hace días que no escribo, lo sé. Pero eso no significa que no haya pensado en un tema o que no haya sentido la necesidad de sentarme delante del PC y hacerlo. Lo que pasa es que no quiero escribir «a lo loco», deprisa. Quiero hacerlo de forma pausada y meditada.

De antemano digo que voy a estar unos meses apartada de la blogosfera, concentrada en escribir y rematar esa #malditatesis que me tiene sorbido el coco y la energía. Durante el tiempo que esté «apartada», me dedicará (o al menos lo intentaré) a recordar post escritos al comienzo de esta andadura por la escritura en la red.

A pesar de que la tesis es mi trabajo actual, sigo impartiendo talleres en centros educativos con Adavas Salamanca. Es un trabajo, no remunerado, que me llena mucho y que hace que en cada sesión aprenda un poquito más de la población infantil y juvenil. Este año el reto era hablar de igualdad y violencia en todas las etapas de primaria en un colegio. Reto bastante complicado, pero creo que no está saliendo mal, la verdad.

La educación, la docencia es otro campo que he aprendido a querer y que me gusta, lo he descubierto en estos años de colaboración con Adavas. De hecho, a parte de pensar, muchísima gente, que soy psicóloga, alguien me dijo que pensaba que mi tesis versaba sobre la violencia de género y los/as adolescentes. No es así. Pero dadme tiempo y algún artículo escribiré sobre ello más adelante 🙂

Conjugar educación y violencia de género es difícil, a pesar de que, como hemos leído hace unos días, ciertos políticos (más bien políticas) hablen de la importancia de educar para erradicar el machismo que reina en la sociedad. Pero para educar, fuera de la familia, se necesitan personas cualificadas, sensibilizadas y formadas para impartir esa educación. Pero también se necesita tiempo para hacerlo y, perdonadme, un presupuesto; pues, como comentaron en Twitter, el trabajo no se paga con abrazos.

Hace unas semanas me llegó la información de que desde el Consejo General del Poder Judicial se impartía una jornada formativa, organizada por la asociación de mujeres juristas españolas, sobre el abordaje de la violencia de género desde la educación. Me pareció interesante el título de la jornada, pero la verdad es que era un poco escéptica, pues de las 5 ponencias que anunciaban, 3 eran impartidas por personas pertenecientes al ámbito judicial. Pero como uno de mis lemas es que el saber no ocupa lugar, hice triquiñuelas para encajar mi agenda y poder estar en Madrid para esta jornada. 
De ella salí reforzada en mi empeño de aportar mi granito de arena en la lucha por lograr la igualdad de hombres y mujeres y de erradicar la violencia de género. ¿Cómo? Pues a través de los talleres y charlas en los centros educativos. 
Lo cierto es que no me dieron estrategias nuevas, no me hablaron de vías o herramientas eficaces, pero la palabra que se repetía en cada intervención era la de educación
Miguel Lorente Acosta participaba en esta jornada. Su exposición me pareció estupenda, como siempre. Pero quien me cautivó fue un hombre de 80 años, abogado y periodista, que tiene una vitalidad que ya quisiera yo para mí y que sigue apostando, luchando y explicando que la igualdad es posible y que hay que trabajar con la población juvenil. José Antonio Burriel es el creador de http://nomasvg.com/tag/adolescentes-sin-violencia-de-genero/, teniendo también perfil en facebook. 
Hace pocas semanas presentaron la aplicación Ygualex, que es una aplicación pensada para la población adolescente, pero no sólo para ella, donde puedas encontrar información sobre la violencia de género, pero también puedes compartir tus inquietudes, dudas y mensajes.

Ya os digo que no fue una jornada, para mí, donde me descubrieran el mundo, pero sí resulto interesante simplemente por escuchar a este hombre.
También me sirvió para conocer la otra cara de la moneda. Me explico. Se «colaron» 3 ó 4 hombres que pretendían tirar por tierra todo lo que allí se estaba hablando aportando datos falsos, manipulados y vendiendo que «los hombres son unos pobres» y que el feminismo no es esto de lo que se hablaba. Mis compañeras y compañeros los llamaron «trolls»: seres que quieren boicotear y hacer pasar un mal rato a aquellas personas que, con respeto, tolerancia y educación, estábamos allí para intercambiar impresiones y aprender de las experiencias de otras personas.
Una jueza les dijo que si estuvieran en su sala, ya les habría mandado salir sin demora.

A pesar de todo este alboroto, salí contenta y satisfecha. Salí reafirmada en que la labor que hago es necesaria e importante y que no voy a bajar la guardia, ni voy a dejar de pelear por culpa de 4 personas que quieran seguir viviendo en su estado de bienestar egoísta.

Voy a seguir trabajando para que, poco a poco, los roles se vayan cambiando y no tenga que ver anuncios como éste:


Voy a seguir adelante, pues pienso que una nueva sociedad es posible. En algún instituto me han llegado a decir que para qué sirve esto si luego en casa tienen otro discurso totalmente distinto. Pues sí sirve. Porque la población joven tendrá las herramientas adecuadas y los argumentos para decir en casa, o donde sea, que no está de acuerdo y podrán empezar a cambiarlo. Quizás en su casa no, pero sí en su entorno de amistades.

Yo lo veo a mi alrededor. Tengo que reconocer que, hace unos años, yo no era consciente ni del machismo ni de la violencia de la que éramos objeto las mujeres únicamente, por ser mujer. Pero ahora, veo como yo he cambiado y, a mi alrededor, «mis hombres» son conscientes de las desigualdades y del machismo que es tan perjudicial para el hombre como para la mujer.
Tengo amigos que me «saturan» el móvil con imágenes, noticias que hablan de las discriminaciones, los roles de género, me recomiendan libros, novelas gráficas… tengo conversaciones con personas que se empiezan a plantear todas estas cosas a pesar de su edad madura. Conozco a profesores que se involucran tanto en los talleres que imparto que les parece poco y piden más.
Algo está cambiando. Pero aún queda mucho por recorrer. Queda mucho sendero porque, en mi opinión, desde lo más alto de la sociedad (gobierno, partidos políticos, administraciones públicas) creo que no se lo toman tan en serio. Aún se siguen identificando a las mujeres con las tareas domésticas, con las tareas del cuidado. Aquellos que gritan que son tan feministas, ¡cuidado!

Tenemos que tener claros los conceptos. El machismo es perjudicial para hombres y mujeres. El machismo está asesinando a muchas mujeres, está dejando huérfanos y huérfanas, está impidiendo que las empresas tengan a mujeres válidas en puestos de responsabilidad, está haciendo que las personas elijan entre tener familia o trabajar, pues, en muchas ocasiones, ambas cosas son incompatibles, está haciendo que los hombres tengan que demostrar su hombría (¿qué es eso?) a cada momento dejando de lado sus sentimientos porque un hombre no los tiene…

Debemos ponernos las gafas de color violeta e identificar todas esas situaciones que nos hacen retroceder.

Yo sigo con mi lucha. Pero no tan sola como antes, lo sé. No me oirán desde los altos estamentos, pero yo trato de concienciar a la base, para que sean conscientes de que lo importante son las personas, dando igual el sexo que tengan y que no hay cosas de chicas ni cosas de chicos, sino que en el mundo viven personas con capacidades diferentes y complementarias. Sigo luchando, como feminista, para erradicar todos los casos de acoso, violencia y abuso de las que somos protagonistas, involuntariamente, las mujeres. 

Yo soy una hormiguita.




Lo último…

En estas dos semanas he visto un par de noticias que se han repetido. Ambas me han llegado desde diferentes puntos entre medios de comunicación de prensa escrita, personas conocidas, amistades…

Una de ellas se refiere a una escena de la película “Último tango en París”, protagonizada por el gran actor Marlon Brando. En su momento, hace ya algunos años, la actriz protagonista denunció que se había sentido humillada y hasta violada en una escena de la película. Ahora sale a la luz unas declaraciones de su famoso director diciendo que tanto el actor protagonista como él mismo habían decidido no comentar con la actriz el método que iban a usar para desarrollar esa escena pues necesitaba que fuera creíble y que la actriz se sintiera realmente humillada.

Obviamente, un gran revuelo se ha creado en torno a esas declaraciones y, días después, el director se desdecía de sus palabras. 

La siguiente noticia se refiere a algo “más reciente”. Un cantante actual (sinceramente, yo no he escuchado nada de él y creo que lo he oído mencionar en dos ocasiones), del que no voy a decir su nombre para no darle mayor publicidad, ha saltado en las redes sociales debido al contenido de una canción donde básicamente dice que las chicas hacen todo lo que él quiere en cualquier momento. La magnitud de sus palabras ha llegado a tal punto, que se ha creado una campaña en change.orgpara que se prohíba y se quite el vídeo relacionado con la canción.
Cantantes como Iván Ferreiro han usado las redes sociales, en concreto Twitter, para denunciar que no se puede consentir el uso de la música para fomentar actitudes machistas.

En mis talleres suelo emplear bastantes canciones. Elegidas a conciencia, por supuesto. A las chicas y a los chicos les digo que tienen que ser cuidadosas/os con lo que escuchan, pues una canción nos puede parecer muy pegadiza y tener una buena música, pero la letra… la letra puede estar fomentando el odio, la violencia…y, como en este caso, actitudes de control, poder del hombre sobre la mujer.
Lo cierto es que, hasta que no he empezado, hace unos años, a preparar talleres y charlas para centros educativos, no me había parado a analizar determinadas letras de canciones. Por este motivo, al descubrir lo que se escondía detrás de muchas de ellas, las cuales, en su mayoría, son bien conocidas, soy tan insistente en prevenirles sobre lo que escuchan.

Actores, cantantes, actrices, youtubers,… hay tantas personas que pueden influir en la personalidad de nuestras/os adolescentes y, quizás, no somos conscientes de ello.
Nos puede sorprender como un niño y una niña lloren y se enfaden en un programa como “Tu cara me suena” cuando descubren que tienen que imitar a Justin Bieber o Miley Cirus porque no les gustan, porque no comparten sus actitudes y su forma de vivir y de actuar. Estos críos tienen las cosas claras y no es muy normal, por eso nos sorprende.
Cantantes como el que ha salido publicitado estos días, directores de cine que hacen estas confesiones influyen en la conciencia de las personas y nos muestran que aún existen mentalidades que piensan que las mujeres somos objetos sexuales, sin conciencia, sin alma, sin corazón y que, como tales, nos pueden manejar y vapulearnos a su antojo porque ellos son los “machos” y tienen el poder.
Luego nos sorprendemos cuando las estadísticas nos anuncian que han aumentado las agresiones entre las parejas jóvenes, cuando descubrimos que las actitudes machistas aún siguen presentes, incluso más enraizadas, en las generaciones “más tiernas” y nos llevamos a la cabeza cuando un hijo mata a su madre porque no estaba de acuerdo con su forma de vivir.

Aún queda camino por recorrer, ya lo he dicho en otras ocasiones. Y no nos sirve sólo campañas momentáneas, temporales, sino que las acciones tienen que ser continuadas en el tiempo. Hay que trabajar desde una edad temprana para cultivar la semilla de la igualdad. La igualdad entre sexos, entre las personas que es lo que, en definitiva, somos los hombres y las mujeres: seres humanos con unas diferencias biológicas que nos hace complementarios.
Es una lástima que tengamos que crear campañas para fomentar las No agresiones sexistas en fiestas concretas, pues aún existen energúmenos que se piensan que todo vale y que, en ocasiones, cuando una chica dice NO, lo hace con la boca chica, pues en sus ojos ve que ella quiere, en realidad, tener relaciones sexuales con él porque sus actos (sus bailes, sus coqueteos, su ropa) así lo demuestran.
      
Las dos noticias que he comentado en este post, son un pequeñísimo ejemplo de lo que existe en realidad. Os podía mostrar más entrevistas de personajes conocidos que con sus palabras fomentan la desigualdad entre hombres y mujeres, que hablan de la inferioridad de la mujer y de cómo hay que tratarla. También os podría enseñar más cantantes que, con sus canciones, retratan las ideas, erróneas, del amor romántico e incentivan a que el hombre se imponga a la mujer en la relación. Pero no lo voy a hacer porque este post sería mucho más extenso. Os animo a que lo hagáis, a que escuchéis con detenimiento canciones de ayer y de hoy. Seguro que os sorprendéis.

75 consejos para sobrevivir en el colegio

Hace algunas semanas, se armó un gran revuelo, saliendo en diversos medios de comunicación, la denuncia realizada contra el libro, publicado por Alfaguara y escrito por María Frisa, titulado 75 consejos para sobrevivir en el colegio.
Muchas son las voces críticas que han apuntado que este libro fomenta el acoso escolar y que da consejos erróneos a aquellas personas jóvenes que lo leen.





Recordando un consejo que me dio mi profesora de Derecho Canónico en la Facultad, antes de criticar o para vencer al enemigo, lo primero que hay que hacer es conocerlo. Por este motivo, y tras recibir un whatsapp donde me pedían que firmara un documento para solicitar la retirada del libro, decidí que era el momento de dejar a un lado lo que estaba leyendo y dedicarle unos días a éste del que mucha gente hablaba.





















El libro no me ha durado ni 5 días, la verdad, pues es de fácil y rápida lectura. Al principio me he reído bastante con las ocurrencias de la protagonista y, en algún momento, he recordado que yo eso también lo pensaba. Pero, he de reconocer, que en otras ocasiones, no me han gustado los consejos que ha dado, pues considero que da una imagen negativa de la amistad, del compañerismo, de la familia….

Todas las personas, en algún momento de nuestra vida, nos hemos sentido incomprendidas tanto por nuestra madre, nuestras amistades o nuestro padre. En ocasiones hemos odiado tener hermanos/as, sobre todo si son más pequeños que nosotros/as, porque pensamos que les dan todos los caprichos y eso es injusto.
Muestra nuestro «egoísmo» cuando nos enamoramos, por ejemplo. Pero a mí, personalmente, no me gustan ciertos mensajes que transmite relacionados con la amistad.
Considero que hay que tener mucho cuidado con lo que se escribe, pues puede tener una gran influencia, sobre todo si estamos hablando de público infantil-juvenil, quienes aún están formando su personalidad.
Si estás aconsejando, aunque sea en clave de humor y/o sarcasmo, que es mejor tener una amiga tonta porque, básicamente, no te dará problemas, lo más seguro es que quien lo está leyendo empiece a tratar de forma más despectiva a su amiga o amigo de toda la vida, sin darse cuenta del daño que está provocando.
Pienso que el sarcasmo ya es difícil de entender aún siendo adultos, máxime si eres un niño de 6 años o una niña de 12. 
Quizás el problema de este libro ha sido a qué sector se ha orientado o a quienes se ha recomendado su lectura. 
Considero que la autora no lo ha escrito con maldad, pero la editorial no ha sabido dónde encajarlo y ha pensado que, al ser consejos para sobrevivir en el colegio, el público lector debería englobarse entre los/as colegiales/as.