Quemeimportismo

Curso 2015-16. De nuevo comienza la impartición de talleres en colegios e institutos de la provincia de Salamanca y alrededores con la asociación ADAVAS Salamanca (http://www.adavas-salamanca.org/). Ya os he contado que tratamos temas de igualdad, violencia de género y abusos sexuales.
Esta semana he vivido una situación que es bastante habitual entre los/as adolescentes y, aunque no quiero, me he tenido que poner bastante seria, intentando controlar la pasión que me invade cuando escucho ciertos comentarios.
Cuando estuve en Ecuador, en mi Bahía de Caráquez querida, descubrí una palabra que refleja bastante bien el pasotismo de las/os españoles según qué situaciones o temas: «quemeimportismo». ¿Qué me importa lo que le suceda al vecino? ¿Qué me importa lo que le pase a mi prima? ¿Qué me importa lo que haga mi hermana? Mientras no me afecte a mí directamente, no me voy a molestar en luchar, en protestar o en quejarme ante quien sea.
Somos personas que, si algo no nos afecta directamente, no prestamos atención, no nos implicamos, no nos interesamos. Como se suele decir vulgarmente, «pasamos olímpicamente» del asunto. Ojos que no ven,…
El martes, en el instituto donde estaba impartiendo el taller sobre las relaciones de pareja y la violencia de género, me sucedió esto. De pronto, en la cara de un adolescente, vi el hastío, la desgana, el «quemeimportismo». Obviamente le pregunté (soy curiosa, quiero aprender también de ellos porque no sé todo). Mi sorpresa (y la de la tutora también) fue mayúscula cuando me contesta que es que él ya sabe todo esto. Claro, yo le animé a ponerse en mi lugar e impartir el taller. Su respuesta volvió a dejarme ojiplática: como no le iban a pagar, pasaba. Además, lo que estaba contando no le iba a suceder a nadie de su entorno. Bien seguro estaba él de que esto iba a ser así.
¿Todo lo que hagamos tiene que tener una retribución económica? ¿No pueden existir cosas que hagas por solidaridad, por altruismo? En serio, ¿tan jóvenes?
Sus compañeros y compañeras le miraron con cara de reproche. Creo que hasta el «gallito» de la clase se quedó sorprendido por la contestación. Comenzaron a murmurar, más bien en contra de las palabras del «pasota».
Mi discurso fue claro, contundente y, quizás, demasiado suave, aunque no exento de seriedad. Como dijo alguno, «llovieron los zascas».
No podemos mirar hacia otro lado. No podemos pensar que no nos podrá pasar a nosotros. Tenemos que ser conscientes de la responsabilidad que tenemos ante los casos de violencia de género o de violencia contra/hacia las mujeres. Nos encontramos ante un problema social en el cual todo el mundo está implicado y tiene que ser consciente de la importancia de implicarse y comenzar a decir ¡no!, a no tolerar comentarios machistas, a no soportar esos chistes tradicionales donde la mujer queda como un objeto sexual que no piensa, que no siente, que no padece.
Hace unos meses se publicaba en el diario.es un vídeo titulado «micromachismos: están ahí, aunque a veces no queramos verlos». Cuando lo vi, me sentí identificada con muchas de las situaciones. Os dejo el enlace al vídeo para que lo veáis y opinéis.

Por esto tenemos que comenzar: por evitar estos pequeños machismos, tan sutiles que pasan desapercibidos, tan «normalizados» que no nos damos cuenta de que están ahí y que dificultan el llegar a una igualdad efectiva y real entre hombres y mujeres.
Como les digo a las chicas y chicos, tenemos que ponernos las gafas violetas para identificar esas situaciones discriminatorias que siempre han pasado desapercibidas y luchar contra ellas.
 
La violencia de género no entiende de clases sociales ni de nivel educativo. Cualquier mujer puede ser violentada, puede ser manipulada, puede ser la víctima de un hombre que la humille, la maltrate… y no tiene que ser, sólo, en una relación de pareja. La sociedad aún sigue siendo machista en muchas situaciones, en numerosas parcelas y considera que la mujer no tiene un espacio en ellas.

En esto de la violencia de género, al igual que en los abusos sexuales, la igualdad, etc., es muy importante la implicación de los distintos agentes sociales. No se puede trabajar de forma aislada, sino que hay que tejer una red. 
A nivel individual no podemos pensar que todo lo sabemos, que lo tenemos controlado, que a nadie de mi entorno le va a suceder, porque puede no ser así. Yo llevo más de 10 años estudiando/investigando sobre el tema y, a día de hoy, sigo sorprendiéndome y sigo descubriendo cosas nuevas y aprendiendo. 

Todas las personas, tan diferentes, tenemos una responsabilidad enorme para evitar que casos como los sucedidos desde el sábado 7 de noviembre, tras la Marcha contra la Violencia de Género realizada en Madrid, vuelvan a suceder. En 48 horas 4 mujeres han sido ASESINADAS por hombres con los que habían tenido o tenían una relación sentimental. El martes, antes de las 9 de la mañana, se hablaba de otros dos casos. Hoy, de nuevo, vemos, a través de la niebla que se ha asentado en muchas ciudades españolas, que han sucedido otros casos de asesinatos o femicidios.
En total, a fecha de 10 de noviembre de 2015, 44 mujeres han sido asesinadas por sus parejas o exparejas.  
¿En serio podemos dejar que nuestra juventud, y nosotros/as mismos/as, caigamos en el «quemeimportismo»? ¿De verdad que vamos a dejar de trabajar conjunta e individualmente para acabar con este problema social?

Todo el mundo está implicado: desde la persona que vive en el 1º de mi bloque, hasta la médico y el enfermero, el Policía Nacional que patrulla por nuestras calles hasta la Policía Local que regula el tráfico, la directora de un centro educativo y los/as monitores/as de comedor en un colegio, el niño de 2 años y el adolescente que acaba de cumplir 18…

Todo el mundo somos responsables a la hora de acabar con la violencia de género. No podemos mirar a otro lado, no podemos pensar que todo lo sabemos, que todo lo controlamos. No. Así no se puede trabajar, así no se puede pensar.




 

Objetos de la publicidad

De nuevo comienzo a impartir talleres en institutos y colegios. De nuevo me pongo frenética cuando tengo que sentarme delante del ordenador y empezar a diseñar las distintas sesiones. Este año decidí que no haría nada nuevo. Bueno, quizás cambiar algún vídeo, añadir algún juego, buscar alguna noticia… ¿dónde habré puesto la noticia de la primera mujer rectora de la Universidad de Oxford?
Al final, como siempre, le dedico más horas de las que pensaba a preparar las sesiones. Y mientras tanto, millones de preguntas se aglutinan en mi mente: ¿por qué es noticia que una mujer acceda al rectorado de una universidad? 

Bien, anoto en algún papel, de los que invaden mi mesa, que ésta sería una buena pregunta para hacer en los talleres cuando hablamos de igualdad. Definitivamente, es una forma de explicar porque es necesario seguir trabajando, de forma tan activa, en la lucha por obtener la igualdad entre hombres y mujeres. Una conclusión llega a mi mente: el día que no sea noticia «de primera plana» que una mujer accede al rectorado de una universidad, de cualquier parte del mundo, ese día, se podrá decir que hemos conseguido la igualdad.

Pero bueno, que me voy del asunto. Me pierdo tan fácilmente. Quiero contar tanto y hacer tanto en tan poco tiempo… Centrándome. Publicidad. ¡Qué bueno el curso del Instituto de la Mujer y ¿de la Igualdad de Oportunidades?  (esto de que cambien los nombres a las instituciones públicas cada vez que cambia el color que gobierna es un caos). Bueno, todo es mejorable, pero no ha estado mal del todo. Mucho material para los talleres.

Uno de los objetivos de mis talleres sobre igualdad es que las chicas y los chicos sean capaces de criticar, de ponerse las «gafas violetas» para descubrir dónde se están cometiendo actos de discriminación de cualquier clase, pero, sobre todo, en base al sexo.

Quiero preparar una sesión donde analicemos los anuncios que aparecen en los medios de comunicación en la actualidad. Buscando imágenes, me topo con la «guía de la buena esposa» y no dejo de recordar la película «La sonrisa de Mona Lisa» (siempre presente en los talleres sobre igualdad). Las chicas y los chicos van a alucinar cuando vean esto. O quizás quien alucine sea yo, nunca se sabe.

Sigo buscando anuncios etiquetados como sexistas y me encuentro con un póster del 2010 que anuncia un festival de cerveza en Avilés. ¿Por qué siempre tienen que dibujarnos a las mujeres con unas tetas increíblemente grandes y con un escote tan pronunciado? ¿Las personas irán al festival de la cerveza por la cerveza o por descubrir si todas las chicas que estarán detrás de las barras son tan pechugonas como la del cartel?

Esto me recuerda que tengo guardado un vídeo que habla sobre la publicidad al revés. Una publicidad donde nos muestra anuncios protagonizados por mujeres pero en su versión masculina. Seguro que más de una risa se echarán y lo verán ¿extraño? Pero, ¿por qué? 

 

Talleres Red.es

De nuevo he tenido la oportunidad de dedicarme a la docencia, esta vez de la mano de Red.es.
En esta ocasión, la empresa Euroformac confió en mí para impartir unos talleres para educadores, madres y padres relacionados con las TIC (Tecnología de la Información y la Comunicación). En ellos estuvimos conversando y estableciendo pautas para hacer un uso responsable y seguro de las nuevas tecnologías. Se trataba de darles una capacitación en materia de seguridad TIC y que, después, pudieran transmitirla a los/as menores o que tuvieran las herramientas necesarias para inculcar a éstos/as que en las nuevas tecnologías se debe actuar igual que en el mundo físico o analógico: con respeto, seguridad, tolerancia e interponiendo medidas de prevención.
Hablamos sobre el ciberacoso, el sexting, el grooming, la suplantación de identidad, los antivirus y los fraudes, los contenidos inapropiados para los/as menores,… Se explicaron los síntomas que nos pueden indicar que nuestros hijos y nuestras hijas pueden estar siendo víctimas de actividades ilícitas o peligrosas cuando acceden a internet.

Las personas adultas, en su mayoría, somos inmigrantes digitales, pues estamos aprendiendo sobre la marcha el manejo de las nuevas tecnologías. Nuestros hijos y nuestras hijas son nativos digitales, es como si al nacer, en lugar de un «pan debajo del brazo», vinieran con los conocimientos necesarios para navegar por la red. Estos nativos digitales tienen un don innato para saber cómo usar un smartphone o como encender un pc, por ejemplo. Nosotros, como personas adultas y encargadas de la educación de ellos/as, debemos ponernos en marcha e ir aprendiendo por nuestra cuenta, o a su lado, sobre todas las cosas nuevas que aparecen en la red. No pasa nada por decirles que no sabemos sobre algo, al contrario, está muy bien que nos sentemos juntos y busquemos información sobre ese tema desconocido y aprendamos a la vez.
Internet es una fuente de información y comunicación. El mundo digital no es un mundo estático, sino que está en continuo movimiento y crecimiento. Cuando podemos decir que somos «expertos/as» en algo, ya ha cambiado y tenemos que volver a reciclarnos para no quedarnos atrás. No podemos olvidar esto.

La experiencia fue muy gratificante. Fuimos un grupo bastante heterogéneo, con distintas visiones e inquietudes, pero todos ellos con ganas de aprender un poquito más en esto de las nuevas tecnologías para llevarlas a la práctica en sus hogares.
Sé que alguno de los hijos ya me «odia» porque su madre se ha puesto muy pesada con esto de los controles parentales, con establecer límites y horarios… pero a medio plazo, seguro que cambiará de opinión.

Acoso escolar y trágico final

Esta semana, personalmente, considero que ha sido trágica. Escuchar en los medios de comunicación que una chica de 16 años se ha quitado la vida porque no aguantaba más el acoso al que estaba siendo sometida, es demasiado para mi cuerpo y mi mente.
Pienso que algo se está haciendo mal o que algo estamos haciendo mal, cuando no somos capaces de ayudar a una persona que está sufriendo. Esta chica no se suicida porque «ayer» le hayan pegado un tortazo o haya recibido un empujón al salir de clase o haya recibido insultos. El acoso escolar es algo prolongado en el tiempo.
Es tremendo que en el instituto no se hayan tomado las medidas adecuadas para esto, que no se haya acudido a quien corresponda, o que esa persona haya hecho oídos sordos ante la petición de ayuda. Es inaceptable e intolerable que los padres tengan que llorar una pérdida que se podía haber evitado si el «organismo» se hubiese puesto a trabajar como es debido.
Sé que el profesorado tiene mucha presión y mucho trabajo encima, pero hay determinadas cosas que no se tienen que pasar por alto. Los organismos de las Administraciones Públicas tienen que ser conscientes de la importancia de actuar con rapidez y eficacia, y dejar de lado la burocracia cuando es preciso y necesario.
Me da miedo, realmente, la sociedad que estamos creando o que estamos dejando a las generaciones futuras. Me da terror que no seamos capaces de inculcar unos valores que, desgraciadamente, pienso que estamos perdiendo: respeto, tolerancia, cooperación, ayuda, educación…
Debemos comenzar a plantearnos seriamente las cosas, reflexionar sobre lo importante y necesario, dejando de lado lo superfluo.
 

Sobre el bullying y el ciberbullying ya se ha hablado en los siguientes post del blog de Familia enREDada: http://familiaenredada.tformas.com/2014/04/bullying-1-parte.html
 

Y si somos «igualitaristas»…

El sábado pasado, 8 de marzo, se conmemoró el Día Internacional de la Mujer Trabajadora. 

Resulta extraño que, con la historia que existe detrás, haya gente que se dedique a decirnos a las mujeres:»¡Feliz día de la mujer!» o «¿Por qué no hay un día del hombre?» o, como ha hecho algún adolescente que otro, felicite a su profesora porque como es mujer y será madre, pues «feliz día».
Pero, ¿realmente sabemos qué sucedió un 8 de marzo? ¿Conocemos el motivo por el cual se eligió este día, y no otro, para celebrar el día internacional de la mujer?
A través del siguiente poema se explica:
Un día 8 de marzo
hace muchos años ya,
fue en un taller textil
Boston era la ciudad.
Mujeres reivindicaban
horario y justo salario,
la tela malva colgaba
de las barras del telar.
La impaciencia del patrono
mandó incendiar el local.
El fuego cerró sus bocas
y aquel grupo de mujeres
no volvió a opinar.
Como seña de este hecho
algo quedó en el local, 
el trozo de tela malva
que colgaba del telar.
Desde entonces las mujeres
recuerdan este día ya,
para reinvindicar su causa, 
derechos, libertades y trabajo en igualdad.
(Josefa Casanova, «Cambiemos la historia. Canarias. 
Material didáctico para trabajar la igualdad).
Se trata de una conmemoración, no es una celebración festiva. Consiste en un recordatorio para que, desgraciadamente, no se nos olvide que tenemos que seguir trabajando todos los días del año, para lograr la igualdad entre los hombres y las mujeres. Porque esta lucha no se debe quedar en un sólo día.

Determinadas personas pueden pensar que esta celebración se la inventaron las feministas para reivindicar el lugar superior de la mujer por encima del hombre. Pero se encuentran muy equivocadas.
Hablando ayer con adolescentes sobre la diferencia entre machismo y feminismo, hubo un chico que dijo algo que me llegó, porque tiene toda la razón del mundo, en mi opinión. Les explicaba que el machismo es una corriente que aboga por la superioridad del hombre por encima de la mujer (a grandes rasgos) y que, por el contrario, el feminismo es una corriente, o movimiento político creado en los años 60, que lucha por conseguir la igualdad entre los hombres y las mujeres, desechando las diferencias marcadas por los roles y estereotipos de género. El chico me dijo que, entonces, el feminismo no se debería llamar así, porque por el nombre parece que está refiriéndose a la superioridad de la mujer; que quizás sería mejor llamarlo «igualitarismo». Yo le contesté que tenía toda la razón.
Creo que lo importante es ir descartando todas aquellas muestras de machismo que aún hoy, en el siglo XXI, siguen existiendo. 
En el blog Las 3 calaveras enumeran una serie de comentarios, actitudes y aptitudes que demuestran que una persona es machista sin saberlo. Os animo a que lo leáis.

http://1blog3calaveras.com/eres-machista-y-no-lo-sabes/

En estos días (desde el domingo concretamente), la sociedad, o por lo menos yo, estoy esperando la reacción de los dirigentes (sí, porque la inmensa mayoría son hombres)tras la emisión del programa de Salvados que contaba la historia de la Capitana (en la actualidad Comandante) Zaida Cantera. 
Fue una historia que me estremeció completamente. Tengo que reconocer que lloré de rabia ante tanta impunidad, tanta dejadez, tanto sufrimiento, tanto machismo y pasotismo.
En el siguiente enlace se puede ver parte del vídeo (creo que no es completo) del programa del día 8 de marzo: 
Quizás podría dedicar un post únicamente a hablar de Zaida y de su caso. No lo descarto, la verdad.
Os traigo un ejemplo del machismo sutil, de los micromachismos que aún existen en una sociedad avanzada, presuntamente, como la nuestra, la española, que se ha podido ver esta mañana en la sesión de control al Gobierno. Se estaban pidiendo explicaciones a nuestro Ministro de Defensa en relación al caso de Zaida Cantera. La contestación de este hombre no tiene despercidio. Una muestra más de que la igualdad entre hombres y mujeres sólo se encuentra, de momento, en el papel y que no se hace realidad. Una muestra de que es más cómodo seguir mirando hacia otro lado y lanzar la piedra y criticar y acusar a otras personas, en lugar de dar la cara y reconocer que se hizo rematadamente mal.

http://politica.elpais.com/politica/2015/03/11/actualidad/1426067482_853577.html

Feminismo

Recuerdo que el año pasado, al leer las valoraciones realizadas por los jóvenes (sí, en masculino, porque sé que eran chicos) de un instituto de un pueblo de Salamanca, no pude por menos que echarme a reír.
Resulta que habían castigado a un grupo de alumnos (sí, chicos) porque se habían portado «estupendamente» y me echaban la culpa a mí, ya que yo les había echado la bronca por insultar a un compañero y, claro, seguro que se lo había contado a la jefa de estudios.
Su forma de mostrar su enfado hacía mí fue tachándome de «feminista» cuando valoraron mi taller y cuando me valoraron a mí. ¡Cómo si llamarme feminista fuera un insulto!
Sí, puede que sea FEMINISTA, pero a mucha honra. A mí me ha pasado como a tanta y tanta gente que huía de este término pensando que era algo sólo relacionado con las «marimachos», lesbianas y cualquier persona que pensara que la mujer tenía que encontrarse en una posición superior a la del hombre.
¡Qué equivocada estaba! 

Cuando me dicen o me preguntan que si soy feminista les tengo que contestar que sí, por supuesto; porque, después de darle vueltas y vueltas a la cuestión, después de leer, de analizar, de criticar y reflexionar, me he dado cuenta que las feministas somos aquellas personas (hombres y mujeres, que conste) que luchamos por lograr un mundo donde la igualdad entre ambos sexos sea efectiva y real, no algo que sólo quede reflejado en las letras que se encargan de dar forma a una ley, plan, instrucción o norma. 

Es un error equiparar machismo con feminismo, pensando que buscan lograr lo mismo, pero cambiando de protagonista.


Hace unos meses leía el artículo que comparto a continuación sobre lecciones feministas que podemos transmitir a nuestras hijas y a nuestros hijos. No se trata de dar más valor o ensalzar a la mujer o al hombre, consiste en que haya respeto, en que nos tratemos como iguales, sin que una parte domine a la otra. 

http://www.huffingtonpost.es/christine-organ/25-lecciones-feministas_b_6056940.html

Es triste leer como una organización como Intermón Oxfam nos dice que tardaremos 75 años en lograr la igualdad efectiva y real entre hombres y mujeres. ¿Sólo 75 años? Al paso que vamos, yo creo que, desgraciadamante tardaremos más.