Hoy, 19 de octubre, se celebran o conmemoran dos hechos muy importantes.
Hoy es el #DíadelasEscritoras. Se celebra para dar visibilidad a todas aquellas mujeres que, a lo largo de la historia, han sido apartadas de su gran pasión: la literatura. Para dar visibilidad a aquellas mujeres que usaban seudónimos masculinos para poder publicar sus obras o, al menos, poder enviarlas a redacciones de periódicos, editoriales,… para que, como mínimo, aceptaran leerlas.
Porque escritoras somos todas aquellas mujeres que, de una forma u otra escribimos y que, por diversos motivos, hemos o no publicado alguna de nuestras creaciones. https://twitter.com/maggeena/status/1318175388997193730?s=20
Hoy me han felicitado por primera vez, ya que he entrado en el gremio de las escritoras que hemos publicado (mejor dicho, auto-publicado). Mi obra no es un best-seller, no ha vendido ni venderá miles de ejemplares, pero toda aquella persona que la lee me dice que es un libro necesario y que hay que leer varias veces. Hablar de algo tan específico y concreto como la violencia de género y la migración no hace que se peleen las editoriales por publicarlo. Tienes que apostar, creer y tirar para adelante.
He compartido un vídeo poniendo mi voz a tres poemas de Emily Brontë en una edición de la editorial Uve Books que es maravillosa. Mi cuerpo y mi alma me lo pedían, y así lo he hecho.
La segunda celebración/conmemoración de hoy es el Cáncer de mama. Yo lo hago extensivo a todo tipo de cáncer, porque es una enfermedad que llega y, desgraciadamente, en muchos casos, no avisa ni te da opción de lucha a través de un tratamiento. Llega y te descoloca, te agita con fuerza.
Parece que con la llegada del Covid-19 en el mes de marzo, de forma oficial, la vida se detuvo. Pero no es así. La vida ha continuado. Las personas seguimos viviendo, seguimos luchando… Las otras enfermedades no nos dan tregua y siguen campando a sus anchas, pillándonos casi desprevenidas y golpeando con fuerza.
Porque golpea, desestabiliza, aprisiona, ahoga.
El Covid-19 está consiguiendo todo el protagonismo. Ha paralizado parte del mundo, parte de la sociedad, aunque la vida sigue su curso para lo bueno y lo malo.
Este «bicho» ha conseguido que no podamos romper las barreras de la distancia para viajar a abrazar, acompañar físicamente a aquellas personas que nos necesitan en este momento. Nos tenemos que valer de las llamadas telefónicas, del contacto espiritual y telepático, de la confianza y la fe en que todo saldrá bien, en las vídeo-llamadas que nos permiten ver las caras de nuestros seres más queridos sin contacto.
Yo empiezo a añorar, cada vez con más intensidad, el contacto físico, el poder romper las barreras y estar a menos de 1,5 metro de distancia, destruir la barrera de seguridad y abrazar como antes, como siempre.
Hoy el Covid-19 golpea con fuerza, pero no por padecer los síntomas, sino por todas las consecuencias que genera.