Pérdidas y encuentros

Este 2020 va a ser recordado por los siglos de los siglos. Amén (que diría mi Abuela). Saldrá en los libros de texto, posiblemente, y formará parte de la EBAU-Selectividad o como se llame el examen «de acceso» a la Universidad dentro de unos años.

Cada persona, como todo, lo estamos viviendo de una manera diferente. Hay personas más responsables que otras, más precavidas, menos…

Estamos perdiendo tiempo, momentos, abrazos, besos, caricias, conversaciones cara a cara… Estamos perdiendo personas por culpa de la pandemia, pero también por otras causas que han pasado a un segundo o tercer plano.

Estas pérdidas nos pasarán factura. Bueno, quizás ya nos la esté pasando.

Personalmente he perdido a un ser muy muy querido. Era una pérdida anunciada y esperada desde hace bastante tiempo. Pero esto no significa que no duela.

Me decía un amigo que esperaba que yo estuviera peor, que lo llevara mal. Lo cierto es que, como le contesté, «ya lo había llorado» en la soledad de las distintas habitaciones de hospital que había visitado en los últimos años.

También es cierto que, puede ser, que me pille algo más madura; que la soledad de espíritu me haya hecho aceptarlo poco a poco, con el tiempo.

Como dice mi hermano: ella dejó de ser ella hace mucho tiempo.

La pérdida era inevitable.

Tengo el recuerdo, marcado a fuego en mi mente, de su mirada el día antes de su marcha. Su mirada penetrante, su mirada nublada por las cataratas de recuerdos que se iban marchando cada vez más rápido. Ahora pienso que era una mirada de despedida.

Hay pérdidas que son necesarias, aunque nos aferremos a ellas como si fuera lo único que tenemos. Aunque nos pueda el egoísmo de nuestro amor, aunque nos cueste soltar y nos ahoguen las lágrimas y la congoja.

Hay pérdidas que son necesarias para poder vivir.

Hay que soltar para encontrar. Hay que soltar para vivir.

Las pérdidas son ley de vida. Pero eso no significa que no duela, que no te encoja el alma y se forme un nudo en la garganta cuando se agolpan los recuerdos y las ausencias.

Las pérdidas, siempre son pérdidas y duelen.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *