Hace unas semanas me preguntaron si no iba a seguir con «Diario de una pandemia». Les dije que no sabía. Tal vez introdujese algún post con ese título entre medias de lo que escribiera, o tal vez no.
Nos encontramos ante el 30 de diciembre de un año que, aunque nos pese, nunca olvidaremos. Y aquí estoy titulando este post como «Diario de una pandemia…». Es el momento, aunque no queramos admitirlo, de hacer balance de lo que hemos hecho, conseguido, alcanzado, logrado y de lo que nos ha sucedido en este año que finaliza mañana.
Como ha dicho en alguno de sus tweets @farmaciaenfurecida, este 2020 hemos tenido tres meses: enero, febrero y COVID.
Hemos pasado del invierno, a poder a salir a la calle cuando empezaba el calor.
No tenemos que perder el sentido del humor a pesar de las circunstancias.
Es necesario hacer balance para sacar provecho de todo lo bueno y aprender de lo que no lo ha sido tanto.
Yo empecé el año habiendo tenido que tomar una de las decisiones más difíciles que he tenido que tomar a nivel laboral. Pero debía hacerlo si quería tener la oportunidad de encontrar algo mejor, por mucho que me gustara el «trabajo» que dejaba atrás. Pero no tenía ni idea de que meses después, por mucho que buscara, no me saldría la oportunidad porque todo se tambalearía, quedando paralizado prácticamente todo el mundo.
Pues bueno, entre hospital y hospital, llegó el momento del confinamiento, el aislamiento, las videollamadas, las series de televisión y películas, el ejercicio guiado a través de una pantalla, lecturas pendientes, aprender a tricotar con agujas de ganchillo, cocinar pan, bizcochos, pizzas… Pero también el momento de unirme a jornadas de formación, plataformas online y envío de cv. No todo iba a ser ocio en tiempo de covid-19. Ni mucho menos.
Verano de trabajo atípico en un pueblo cercano a Salamanca y siempre con mascarilla y gel en la mochila. Verano de calor, cansancio mental y distanciamiento social. Verano de restricciones y temores.
En resumen, este 2020, para mí ha sido el momento de valorar el derecho a decidir. Decidir qué hacer: quedarse en casa o salir, quedar con amistades o familiares o renunciar a las quedadas, estudiar esto o lo otro, apuntarse a esta formación o dejarlo pasar, enviar el cv a esta oferta, a esta otra o a las dos… Decisiones.
El covid-19 nos ha quitado la opción de decidir, de elegir, de seleccionar qué, quién, cómo o dónde de una manera libre.
Nos ha dado permiso para salir, pero cumpliendo sus condiciones. Si no lo haces, tienes muchas posibilidades de que te vayas derechita al aislamiento hospitalario o domiciliario. Palabrita de covid.
Ahora, en mi caso, cuando quedo con determinadas personas (un grupo selecto) las cosas han cambiado. Te ves con mascarilla, quirúrgica o no, mantienes las distancias, sin apenas contacto (imposible que las peques no te toquen, no te pidan que las cojas…), en lugar de quedar en tu cafetería favorita, prefieres optar por pasar frío al aire libre o en casa de alguien manteniendo distancia, con el gel cerca o lavándote las manos cada dos por tres.
Este 2020 echo en falta los besos, los abrazos, el ver las sonrisas dibujadas en vuestras caras, las peleas físicas que terminan en risas y dolores de barriga de tanto reír. Echo en falta el poder quedar libremente sin miedo a que nada extraño entre en mi cuerpo y pelee con mi sistema inmunológico. Echo de menos poder viajar a la capital y pasear por sus calles, ver a mi familia, quedar con mi prima para pasear por el Paseo Recoletos, ver las maravillas que las artesanas y artesanos hacen y querer comprarlo casi todo. Echo de menos tener la opción de decidir viajar un sábado o un domingo saliendo de los límites de la provincia de Salamanca sin el temor de que estás haciendo algo ilegal.
He añorado no poder salir de viaje low cost con mis amistades en el puente de «la Inmaculada Constitución». También he echado en falta todas las presentaciones de mi libro que han quedado pendientes, a pesar de que algo se haya realizado online; pero me gusta el cara a cara, el contacto visual sin tener una pantalla de por medio, el poder firmar libros mirando a la cara a la persona destinataria de la dedicatoria.
Nos las hemos tenido que ingeniar para estar presente, a pesar de la distancia física, al lado de las personas que queremos. La imaginación y el querer han ganado, pero siempre echamos de menos algo.
Este año pasará a los anales de la historia. Será estudiado por las generaciones futuras. Será analizado de una forma objetiva, espero.
Este año 2020 termina. Pero creo que no debemos poner muchas esperanzas en el 2021, sólo las justas, y no bajar la guardia.