Hoy participaba en un programa de radio de Cadena SER Salamanca. Nos pedían, a mi compañera Charo y a mí, que habláramos de nuestra experiencia en los colegios e institutos impartiendo talleres y dando charlas dentro del programa «Trátame igual» de la Asociación ADAVAS Salamanca.
Ha sido un corto período de tiempo el que hemos tenido para hablar de la violencia de género en nuestra población adolescente. Creo que el mensaje que hemos transmitido es que no tenemos que bajar la guardia, pues desgraciadamente, la inmensa mayoría de la juventud está volviendo a pensamientos y actuaciones muy machistas, más machistas que las que tenían sus madres y padres. Lo que habíamos avanzado en las generaciones que tienen ahora alrededor de 30 años, lo hemos retrocedido en los/as adolescentes en la actualidad. Como les decía, no nos damos cuenta, pues son circunstancias, comentarios, actitudes y aptitudes que hemos normalizado, hasta tal punto, que nos pasan desapercibidas, pero están ahí y son comportamientos machistas, comportamientos que no tratan por igual a hombres y mujeres.
Lo hablaba con el locutor esta mañana: comentas con la «chavalada» determinadas actitudes y no lo ven como comportamientos desiguales y discriminatorios. Pero les pones ejemplos y la cosa cambia: si un chico es demasiado sensible, muestra sus sentimientos ¡es maricón! Si una chica muestra fortaleza, le gusta el fútbol, la mecánica ¡es una marimacho! Y claro, su semblante cambia y se quedan pensando, pues se dan cuenta de la incoherencia tan grande que han dicho previamente.
Las nuevas tecnologías, en determinados casos, hacen un flaco favor a esto de la igualdad. Las redes sociales, la mensajería instantánea se ha convertido en una forma de controlar y dominar a la pareja (usado tanto por chicas como por chicos, no nos vayamos a confundir). Consideran que ellos y ellas controlan y saben todo lo relacionado con las nuevas tecnologías, pues no han nacido con un pan debajo del brazo, sino con una tablet, un smartphone o un Pc. Y no se dan cuenta de lo rápido que avanza esto, de que hay determinados peligros a los que están expuestos/as sin saberlo y que no todo vale en esto de la tecnología. No son conscientes de necesitan consejo y que tienen que escuchar a las personas de su alrededor que tienen más experiencia que ellos y ellas.
Hoy publicaban un artículo en el diario El Mundo donde se hacían eco de un informe que decía que 9 de cada 10 adolescentes afirmaban haber ejercido algún tipo de violencia psicológica sobre su pareja. ¡9 de cada 10 adolescentes!
El problema es que las humillaciones, los insultos, el control y el dominio a través de whatsapp y de otras aplicaciones de mensajería instantánea no las consideran agresiones incluidas dentro de la violencia de género. No lo identifican como violencia de género.
Es muy importante la educación. Pero la educación comienza en casa. El aprendizaje continúa en la escuela y, después, en la sociedad. Toda la población somos responsables de luchar contra este tipo de violencia que deja muchos huérfanos y huérfanas, muchas mujeres con graves secuelas psicológicas y físicas y otras tantas que ya no se encuentran pues han sido ASESINADAS por alguien que decía que le profesaba amor.
¿Por qué lo llaman amor cuando quieren decir control?
Escribía Sonia Sanz en su perfil de Facebook:
Hola preciosa. Me tienes loco. Lo que siento por ti, no lo he sentido nunca. Eres mi princesa. Reina, no me gusta como te mira tu mejor amigo. Creo que te quiere follar. Perdóname amor, no quería empujarte. Soy muy inseguro. Tengo miedo de perderte. Eres tan bonita, deberías estar en un Museo. ¿Ah, te vas de fiesta? No, no me molesta, es que paso de hablar contigo mientras zorreas con otros. Me da miedo que te pase algo. Yo quiero cuidarte, pequeña. ¿Quieres vivir conmigo? No seas pesada, no voy a fregar los platos. Te he comprado una rosa. Ya te vale, vengo del trabajo reventado y no me has hecho la cena. No me apetece comer con tu madre, nena, ya sabes que no le caigo bien. ¿Te vas a poner eso para salir? Vas hecha una guarra. A mí no me mientas, te estás follando a tu jefe. Te han ascendido, ahora ganas más que yo. Voy a parecer un inútil. Perdóname, perdóname vida mía, no quería darte ese bofetón. No sé qué me pasó. Es también culpa tuya, me pones muy nervioso. He encontrado ese libro que tanto querías. No seas tan cerda en casa, barre un poco. No, tú no vas a ir a ver a tu hermana al hospital. Hoy es el cumple de mi mejor amigo y vas a venir. Mejor quédate en casa, no quiero que te vean con esa cara. Torpe, que eres una torpe. Vas a darte con la nariz en el filo de la encimera. Que no, que no zorra, que no vas a volver a tu casa. Quítate esa falda, joder, mis padres van a pensar que no puedo controlar a mi mujer. Que a mí no me repliques. Tú no eres nada sin mí. Como me dejes, te mato. ¿Me oyes? Nena, princesa, reina… ¿Me oyes?
NO. Ya no puedo oírte. Somos 85 víctimas de violencia machista en España.
Y no morimos. Nos están matando.
NO. Ya no puedo oírte. Somos 85 víctimas de violencia machista en España.
Y no morimos. Nos están matando.
Un texto parecido publicaban en el blog «Locas del coño»:
Os animo a entrar en este blog y leer el post que os comparto. Una vez leído, te paras a pensar y… ¿cuántas de estas frases no habremos escuchado en alguna ocasión? ¿Cuántos de esos comentarios no nos habrán dicho? ¿Cuántas…?
No sirve de nada los actos que se realizarán mañana. Bueno sí sirven, para la foto, para salir en los diarios y en las noticias… El 25N nos sirve para recordar que hay mucho camino por delante, que no podemos bajar la guardia, que tenemos que ser conscientes de la necesidad de trabajar de forma colaborativa, sin ponernos la zancadilla y queriendo figurar más que los demás.
Todos los días del año deberían ser 25N para no olvidarnos que la lucha tiene que ser de todo el mundo. Que cualquier día, desgraciadamente, le puede tocar a alguien de nuestro entorno cuando nosotros/as pensábamos que «a mí no me va a pasar. Ni a mí, ni a mi hermana, a mi madre, a mi amiga…» hasta que pasa. Y se nos queda la cara como el emoticono de whatsapp: con los ojos abiertos como platos.
No dejemos que la cifra suba, por favor. Aportemos nuestro granito de arena en esta lucha.