Encuentro Nacional de Puntos Violetas

El pasado 23 de marzo, tuve la suerte de participar, como representante de Adavas Salamanca (que forma parte de FAMUVI), en el I Encuentro Nacional de Puntos Violetas que se celebró en Getafe, organizado por su Ayuntamiento y por la Fundación ASPACIA.
Comenzamos escuchando a la presidenta de la Fundación ASPACIA quien nos explicó el concepto de violencia sexual y cómo trabajan en su organización. 

A continuación, contamos con la participación de tres representantes de los Ayuntamientos de Coslada, Fuenlabrada y Pamplona (Iruña) quienes nos relataron las actividades, propuestas y medidas que están llevando a cabo para que sus ciudades estén libres de agresiones sexuales.



Antes de la comida que se llevó a cabo en la Casa de Extremadura, tuvimos la mesa de experiencias que compartí con las compañeras de Getafe, Castilla-La Mancha y Pamplona. Fue maravilloso escuchar cómo trabajan, lo que consiguen, el tiempo que llevan desarrollando los Puntos Violetas, la entrega, el entusiasmo y las ganas de seguir haciendo cosas hasta erradicar por completo este tipo de violencia.

Nos dimos cuenta que es necesario e imprescindible el trabajo en red, no sólo entre las distintas asociaciones y entidades sin ánimo de lucro que llevamos tiempo trabajando, sino que también se tiene que contar con las Administraciones públicas y las entidades privadas. 

Tras la comida, tuvimos tres mesas de trabajo donde abordamos los retos de los Puntos Violeta, se debatió sobre si los hombres deberían estar presentes en los mismos o no. Para finalizar con un Plenario donde se pusieron encima de la mesa todas las conclusiones a las que se habían llegado.

La jornada terminó con la actuación de «El Drogas», quien puso el punto final a un sábado de trabajo, escuchar, compartir, dialogar, aprender…

Prensa: 
Para finalizar este post os dejo un «descubrimiento» que he hecho hace unas semanas: Rayden y su «Caza de pañuelos». 


Cuestionando a las histéricas

Es bastante habitual que cuestionemos lo que suelen decir las personas. Es como si estuviese en nuestra genética. Nos gusta rebatir, cuestionar, dialogar elevando el tono de voz, gritar, en algunas ocasiones, como si eso fuese a dar más fuerza y consistencia a nuestro argumento.


En las tertulias televisivas esto sucede y más. Hemos llegado a un punto en el que el insulto parece que significa que llevamos la razón en todo lo que decimos. Lanzamos acusaciones que, en muchas ocasiones, no tienen una base sólida, pero que ahí las dejamos. Se les da un espacio, una creencia, un apoyo. Alguien se las creerá y hará que esa acusación se convierta en realidad en la mente de todas las personas.

Pero se puede ir más allá. En el caso de las mujeres los insultos, las descalificaciones son mayores. Iba a escribir que rozan el acoso y derribo, pero es que no lo rozan, son acoso y derribo. Un argumento muy utilizado es el aspecto físico: si está gorda o no, si es guapa o no, si viste bien o no, si descuidada su aspecto físico o es excesivamente guapa… Siempre hay algo que nos cosifica, que nos vuelve objetos/objetos sexuales de cara a nuestro interlocutor. No usan argumentos válidos, coherentes, basados en datos científicos, oficiales… siempre el ataque está dirigido a nuestro cuerpo y nos cuestionan todas nuestras palabras considerando que somos «tontas», poco inteligentes y dándonos lecciones de la vida, de nuestro trabajo…

Esto lo hemos podido ver en cuanto se ha formado el nuevo Gobierno tras la moción de censura. Determinados medios de comunicación han corrido a publicar sobre el «guardarropa» de las ministras, obviando (disculpad la ironía y el sarcasmo) dónde compran sus trajes, quiénes comparten su vida, qué hacen, qué leen, etc los 6 ministros del nuevo Gobierno socialista. 

Como me decía un amigo: a estas alturas conocemos absolutamente todo de la vida personal de las ministras: si están casadas o no, cuánta descendencia tienen, si su estilo de vestir es moderno o no, con quién follan, etc. Todo aquello que a mí, personalmente, no me interesa, todo aquello que no está relacionado con su nuevo «trabajo» y que es lo que realmente nos debería interesar. Nos tendríamos que detener en si harán bien su trabajo o no, no en si son más de traje de chaqueta y pantalón o vestido.

Seguimos comprobando que, a pesar de estar en el siglo XXI, en el año 2018, hay determinados aspectos culturales y sociales que no cambian, aunque haya personas que se empeñen en decir y «argumentar» que la igualdad la hemos alcanzado y nos pregunten: «¿Qué más queréis las feministas?».

Anotación: os recomiendo leer el libro de Isabel Mastrodomético «Las feministas queremos…».

Nos siguen llamando histéricas y locas. Piensan que vamos a hacer lo mismo que ellos han hecho con nosotras. Pero eso es lo que nos diferencia: nuestra lucha no causa muertes. Nuestra lucha remueve conciencias y hace temblar los cimientos de un patriarcado que empieza a tener, ahora sí, los días contados. Tardaremos años en lograrlo, pero algo está cambiando y ahora ya no nos pararán. Nosotras tenemos argumentos, nosotras somos pacientes y luchadoras, nosotras nos unimos y somos más fuertes. Nosotras estamos empoderadas, somos capaces, somos hermanas.


Rojo y morado

No soy yo de hablar mucho de política. Pero lo cierto es que en los últimos, más o menos, 3 años he hablado de este tema por todos los años anteriores que no lo he hecho. Tengo que reconocer que entender, lo que se dice entender, no entiendo; pero sé cuáles son mis ideas, mis principios, mis valores…
Una profesora me dijo que cuando la gente dice que es «apolítica» está cometiendo un error, pues al vivir en una sociedad, todo el mundo está inmerso en la política.

Bueno, pues lo dicho. No entiendo mucho de política, pero asumiendo mis limitaciones y mis pocas (o ningunas) ganas de entrar en política, hablo sobre lo que me gusta y disgusta que hace, dice o expresa nuestra clase política. 


Hace unos días la estabilidad política se tambaleaba porque a «alguien» se le ocurrió interponer una moción de censura (art. 113 Constitución Española) ante los acontecimientos judiciales acaecidos que salpicaban, como un maremoto, al partido político que estaba en el Gobierno.

Cuando esta moción de censura salió adelante, toda España (o casi toda, no nos vengamos arriba) estaba expectante por saber quién formaría parte del nuevo Gobierno. Había esperanza en que fuese renovador y diese un poco de esperanza a la sociedad que se removía: pensionistas reclamando un aumento digno de sus pensiones, mujeres reclamando su lugar en la sociedad y gritando contra todas «las manadas» que hay en sociedad, estudiantes reclamando una educación pública mejor, etc.

Miles de quinielas se hacían en los medios de comunicación. Al final tenemos 11 ministras y 6 ministros, liderados por, según la prensa internacional, Mr. «Handsome».

Todos los medios se hicieron eco de este hecho histórico: la primera vez en la democracia española que había más mujeres que hombres en el Gobierno. La paridad había pasado de largo y el director de esta orquesta había apostado por ellas, dicen, haciendo caso a las consignas y peticiones del #8M. Hablan de Gobierno feminista. Pero como dice Irantzu Varela, en realidad es un Gobierno donde muchas de sus componentes son feministas; es un Gobierno donde priman las mujeres, esperemos que elegidas por sus altas capacidades y su desarrollo profesional, más que por su «planta» o su guardarropa o estilo. 

El machismo sigue imperando cuando se habla de las «mujeres» de nuestro señor Presidente, dejando de lado el estilismo o el estilo de los hombres que componen el Gobierno.

No estamos en una sociedad igualitaria, aunque nos lo quieran vender así algunos «señoros».

Pero hay esperanza. Espero que en estos casi dos años de Gobierno que les esperan, les dejen y puedan hacer cosas para alcanzarla. Para ello se llevan a la profesora de Sociología de la Universidad de Salamanca: Soledad Murillo. Ella estará al frente de la Secretaria de Estado de Igualdad. Nadie mejor para conseguir todo aquello que había quedado paralizado, no sabemos aún el motivo. Estoy segura que ha aceptado el reto y que trabajará como sólo ella sabe hacerlo: con tesón, responsabilidad, compromiso y constancia. Su generosidad y conocimientos en la materia la llevarán a luchar por acercarnos un poquito más a esa igualdad entre hombres y mujeres tan ansiada. Porque, como ha dicho en una entrevista, consiste en sumar a lo que se ha hecho, no restar ni anular lo conseguido. Madrid gana mucho con su presencia. Salamanca se queda un poco huérfana.

Los lobos con piel de cordero

El jueves pasado se acabó la espera. 

Rabia y consternación se mezclaron en mí. 

Salía del despacho de un abogado cuando un amigo me dio la noticia: 9 años y 50.000€ de indemnización. Llegué a casa y traté de ver la TV, pero no pude detenerme mucho.

Movilizaciones por la tarde en todas las ciudades de España. Me tuve que quedar en casa, pero lo seguí a través de las redes sociales. 

Tremendo.



Quería haber leído todas las palabras que justificaban la decisión tomada antes de escribir este post, pero, de momento, me ha sido imposible. No sé si tendré estómago para hacerlo. Siempre me ha resultado difícil leer los fallos judiciales aunque soy «jurista», pero éste, dedicándome a lo que me dedico, me costará mucho más.

Leía en las redes sociales muchos comentarios, tanto de personas expertas en Derecho como periodistas. 

Algo leí en Facebook que no hacía más que repetirse en mi cabeza como un mantra: «¿Y ahora cómo le digo a una víctima que denuncie?». Tengo que reconocer que yo no he sido una defensora acérrima de la denuncia, pues pienso que primero hay que hacer un trabajo previo con la víctima, ya que este tipo de delitos afecta muchísimo psicológica y anímicamente; pero reconozco que si se comete un delito debe ser perseguido, juzgado y sentenciado. No debe quedar impune.

Pero, además, pensaba (y recordaba una situación): ¿Y con qué cara rebato yo ahora al joven (de 15 años) que hace unas semanas me justificaba el mantener relaciones sexuales con una chica borracha? ¿Qué argumento me queda? ¿Qué digo yo cuando me pregunten sobre esto en la jornada formativa para profesionales que tengo al día siguiente?

Mientras regresaba a casa, recordaba una conversación con mi abuelo cuando comenzaba a estudiar Derecho. Yo era muy idealista, comprometida y demasiado utópica. Escribí esto en Facebook:

A pesar de que quería, no he podido estar en la concentración de esta tarde. Estaba en mente y alma y corazón. Estaba pendiente de las redes sociales; viendo las movilizaciones en otras ciudades mientras jugaba con mi sobrina. Luego, ya sola, en el coche, camino a casa después de un día largo y cansado, he sentido unas inmensas ganas de llorar. He recordado una conversación con mi abuelo José Antonio cuando iniciaba mis estudios de Derecho. Más o menos me venía a decir que cuando llegase a jueza (no he llegado) me volvería como el resto y no impartiría justicia. Yo defendía la justicia y la judicatura, ingenua e ilusa de mí. Ahora mi abuelo debe estar sonriendo y pensando: te lo dije. Me da rabia todo esto. No sé si seré capaz de leer los 371 folios de la sentencia. Sé que mañana me preguntarán por ello y realmente no sabré qué decir. No tengo argumentos. De lo que estoy segura es que algo hay que cambiar y que ya no nos para nadie. 

He leído comentarios en twitter de abogados, magistradas, profesoras de Derecho que no comparten la sentencia leída el 26 de abril de 2018; dando argumentos y poniendo extractos de la misma donde ven las contradicciones existentes.

Esta mañana me he sorprendido cuando he leído el comentario en Facebook de un conocido que es abogado y que me da la sensación de que está «dolido» porque hay personas que se dedican a criticar la labor judicial en este caso en concreto, y ha decidido dedicarse a la medicina para «operar a corazón abierto».

Hay que respetar los dictados judiciales. No hay que olvidar que no dejan de ser personas interpretando las leyes creadas por personas. Pero también hay que respetar que el resto de personas expresen su disconformidad con el fallo y que lo manifiesten. 

Pero es cierto que esta sentencia, como dice el comunicado de AMJE (Asociación de Mujeres Juezas de España), demuestra la pervivencia de ciertos perjuicios y estereotipos ligados al género. El resto del comunicado se puede leer en el siguiente link:
Victoria Rosell, magistrada, escribía el mismo jueves, entre otros comentarios, lo siguiente:
Para finalizar, me «apropio» del texto que escribió ayer Roy Galán en su cuenta de Facebook: 

A todos los tíos que os duele la sentencia de la manada.
A los que os horrorizan los hechos probados sucedidos en ese portal.
A los que decís que pensáis en vuestras hermanas e hijas.
A los que no defendéis a vuestro gremio solo por ser de vuestro gremio.
A los que la creéis a ella.
A los que os parece indignante la palabra jolgorio.
A los que sabéis que el porno es mentira, una ficción.
Parad esta mierda.
Porque no se trata de que le puede pasar a alguien que vosotros queréis ya que la defensa de la integridad de las mujeres no ha de ser mayor porque les una un vínculo afectivo o familiar a un hombre.
Se trata de que en este país cada ocho horas se presenta una denuncia por agresión sexual y que solo el 20% de las mujeres agredidas se atreven a denunciar.
Se trata de un millón de mujeres al año.
Se trata de todas.
Y antes de separaros mentalmente de esos cinco tíos.
De decir que son unos locos o unos salvajes.
Pensad que estos tíos no vivían en Narnia.
Vivían aquí con nosotros y nosotras.
Y que están muy cuerdos.
Antes de poner distancia con la manada.
Pensad si no habéis escuchado comentarios vejatorios hacia las mujeres cuando estabais en el vestuario del gimnasio.
O en un chat de WhatsApp.
Pensad si no habéis escuchado a vuestros amigos hablar de las tías como guarras.
Si no han dicho nunca eso de follarse a la gorda porque está necesitada.
De que esa se deja, es fácil, porque nadie la quiere.
¿Cuántos de vosotros habéis violentado la intimidad de mujeres solo para que no se os considerara menos machotes en el grupo?
¿Cuántos os habéis quedado callados no fuera que se pusiera en tela de juicio vuestra masculinidad?
¿Cuántos habéis permitido eso para salvaros vosotros el culo?
A todos los tíos que omitís el deber de socorro.
Pensad qué tipo de tío queréis ser.
Si tenéis lo que de verdad hay que tener.
Sed valientes.
Escuchad atentamente a las mujeres que os rodean.
Sus anhelos y miedos.
Entended qué supone ser mujer.
Sea lo que sea eso.
Ejercitad la empatía que no es el nombre de una matemática romana.
Leed cómo se sienten realmente.
Cómo sufren día a día la violencia machista en sus múltiples variantes.
Y nombraros feministas o aliados o lo que sea de una vez por todas y boicotead el machismo desde dentro.
Porque el feminismo es lo único que lucha contra el machismo.
Y el machismo, mata.
Cercena.
Porque el feminismo desactiva a la manada.
Es lo que hace que cambien las leyes injustas.
Es lo que hace que se dicten sentencias más justas.
Es lo que da libertad a las mujeres.
En las calles, en las fiestas, en las noches y en sus cuerpos.
Es un lugar imbricado a la idea de la humanidad.
Un sitio desde el que que iniciar cualquier revolución.
Porque dará igual cualquier avance científico.
Cualquier planeta descubierto o territorio conquistado.
Cualquier medalla o partido ganado.
Si no dejamos de ser unos completos desgraciados.
Que dejan que todo.
Siga igual.

Radio e igualdad

Ayer comencé una colaboración mensual en una radio comunitaria de Salamanca: Radio Oasis.
Esta colaboración en el programa «Candil de nieve» se engloba dentro del programa, financiado por el Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad, que desarrolla la Federación Nacional Stop Violencia Sexual.

La sección “La loca del ático” vuelve a inundar las ondas salmantinas para hablar, entre otras cosas, sobre igualdad, feminismo, machismo, violencia de género, violencia sexual y cómo queremos que cambie el mundo, la sociedad para que sea un espacio más igualitario para hombres y mujeres.

«La puerta violeta», Rozalén



En esta primera colaboración hablamos sobre el DEPORTE Y LA IGUALDAD.

Según la página www.psicologiaymente.net los beneficios que tiene la práctica del deporte son:
  • Produce químicos de la felicidad.
  • Reduce el estrés.
  • Mejora la autoestima y las relaciones sociales.
  • Alivia la ansiedad.
  • Previene el deterioro cognitivo.
  • Mejora la memoria.
  • Aumenta la capacidad cerebral.
  • Ayuda a ser una persona más productiva y a controlar la adicción.
Pero, junto a estos beneficios, el deporte transmite una serie de valores que son importantes que tengamos y cultivemos.

    Parad de leer unos segundos y pensad: ¿Qué valores transmite el deporte?

Todo el mundo sabe la influencia que tienen determinados deportistas, sobre todo hombres, en la sociedad.

Cómo visten, lo que comen, cómo se peinan… tiene una influencia mayúscula en nuestra población adolescente, sobre todo.

Pero también depende del deporte al que se dediquen, la diferencia es evidente. Os pongo un par de ejemplos:

En el fútbol, deporte nacional por excelencia, es bastante habitual, por desgracia, encontrar noticias de altercados antes, durante y/o después del encuentro deportivo.

Por el contrario, en los partidos de tenis, el respeto y el silencio son absolutos mientras se juegan los sets. Además, vemos muestras de solidaridad, deportividad, juego limpio y buen trato entre los jugadores y las jugadoras.

Otro deporte donde la educación y el respeto están presentes es el RUGBY.

Se encuentra “de moda”, sobre todo desde que los All Blacks fueron condecorados con el Premio Princesa de Asturias de los deportes 2017. Su famoso Haka es conocido alrededor del mundo.

Como consecuencia de esto, desde Guipuzkoa se ha creado una campaña contra la violencia en los eventos deportivos.

En la prensa la han denominado “la haka vasca” para combatir la violencia de los padres en los eventos deportivos. Anuncian que, a partir del próximo curso y antes de cada partido de deporte escolar en las distintas disciplinas, los jugadores y las jugadoras protagonizarán conjuntamente este baile para concienciar sobre los valores del deporte.



Deportistas vascos de fútbol, rugby, balonmano y hockey se han sumado a esta iniciativa impulsada por la Diputación con el objetivo de “reforzar la educación en valores y prevenir comportamientos no deseados en el deporte escolar”. Se ha bautizado como Eeentzun! (Escucha).


Lo que se puede escuchar es el siguiente mensaje que da paso a la haka que bailan deportistas profesionales y escolares:
Amas, aitas y todas las personas que venís a vernos cada partido. Tenemos algo importante que deciros. Y no estamos solos.
Eres bienvenido, soy bienvenido. Juntos, unidos. Empecemos a divertirnos. Juega junto a mí, ayudándonos y respetándonos. Disfrutemos de este día, termines riendo. El contrincante es mi amigo, un hermano querido. Todos juntos, todos unidos. Nunca hay perdedores. Juega conmigo, vamos a crecer juntos, disfrutemos de este día. Terminemos riendo”.

Uno de los objetivos que tiene Adavas Salamanca y Stop Violencia Sexual, la Federación Nacional a la que pertenece, es fomentar la igualdad entre hombres y mujeres.

Por este motivo impartimos talleres donde hablamos sobre ella, donde analizamos la sociedad que nos rodea.

El próximo mes de mayo unimos el deporte, en concreto el rugby, y la igualdad para visibilizar a todas las mujeres que rompen roles y estereotipos de género.
Porque queremos visibilizar a todas las mujeres que existen en aquellas parcelas que durante años nos han estado vetadas, donde hemos permanecido ocultas y donde no nos han dado el espacio que nos corresponde.

El 19 de mayo organizamos en conjunto: Adavas Salamanca, la sección de rugby de la USAL (Adus) y la Asociación Cultural La pandilla chancleta, el I Torneo benéfico de rugby por la igualdad «Ciudad de Salamanca».

Tuve la suerte de contar con Raquel, Lex y Luis, dos «búfalas» del equipo femenino de rugby de la USAL y de su entrenador, para hablar de rugby, deporte e igualdad.
Fue un rato taaan agradable que seguramente volvamos a repetir de nuevo.

Los coletazos del #8M

Dibujo cortesía de Feminista Ilustrada


El 8 de marzo de 2018 será recordado durante mucho tiempo. Esperemos que salga en los libros de texto en el futuro como el ejemplo de una movilización global que unió, sobre todo, a mujeres en su diversidad, pero que también aglutinó a hombres que gritaban por la igualdad. 
Tengo que decir que, para mí, fue un día diferente y terminé muy emocionada. Reconozco que era escéptica con la respuesta que daría mi ciudad, Salamanca, a la llamada a manifestarnos. Recordaba que en el 2017 el recorrido fue tranquilo y tuvo una duración de unos 30 minutos más o menos. Quizás las de siempre, con la sorpresa de algún hombre.


Tuve que tragarme de nuevo mis pensamientos y mi escepticismo porque la respuesta de Salamanca me dejó sin palabras. 


Mujeres de todas las edades: niñas, jóvenes, más adultas… Hombres apoyando a sus amigas, mujeres, novias, hermanas… Hombres jóvenes gritando: «luego diréis que somos 5 ó 6» al lado de sus compañeras de estudio. Mujeres, posiblemente jubiladas, que se encaramaban a bancos de piedra o púlpitos improvisados para observar, emocionadas, la marea de gente que bajaba por la calle sin tener la posibilidad de ver el final, pero tampoco el principio. Nadie imaginaba que la respuesta fuera a ser tal. Nadie alcanzaba a imaginar que, sin querer tal vez, tantas personas nos pusiéramos de acuerdo para tomar las calles de forma pacífica en tantas partes de España, y del mundo. 
Dibujo cortesía de Lola Vendetta

Le plantamos cara al machismo de una forma calmada y sosegada. Nada que ver con la imagen que quieren vender algunas personas cuando nos llaman «feminazis» o cuando usan el argumento de que las feministas lo que quieren es escalar hasta una posición por encima del hombre.

El 8 de marzo demostramos que no es así. Mostramos al mundo entero que, realmente, si nosotras queremos, se para el mundo, porque también contamos en esta sociedad, también nos tienen que escuchar, también tienen que valorar con nuestra opinión. 

Y, ¿ahora qué pasa? Pues lo que pasa es que tenemos que seguir luchando, gritando y trabajando para que poco a poco esta sociedad siga cambiando; para que nuestras hijas se encuentren un lugar sin tantos obstáculos y nuestros hijos sepan respetar a las mujeres como seres iguales.

Algo ha cambiado. Hemos dado argumentos más que de sobra para que se den cuenta que los cimientos del machismo los estamos haciendo tambalear.

¿Te unes? ¿Nos ayudas a seguir cambiando la sociedad?